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Hace años que no leo a Morgan Matson y, aunque en su momento disfrutaba muchísimo de sus historias, no sé si sentiría lo mismo si releyese las que ya conozco. Este libro ha sido como leer una de esas películas de sábado por la tarde, con grandes dosis de romance y ciertas pizcas de comedia, salteados con drama por aquí y por allá. No puedo decir que no la haya disfrutado, pero se me ha hecho un poco larga y densa en su primera mitad, para ir a un ritmo demasiado rápido en el desenlace. Andie me ha gustado por su realismo, con su miedo a no tenerlo todo planificado, que poco a poco se crea su camino alternativo de verano, con perros, aventuras con amigos y un chico en principio muy extraño y reservado, pero que también se abrirá poco a poco. La relación entre Andie y Clark me ha parecido muy tierna, con tropiezos (metafóricos), dudas y miedos, de conocerse muy poco a poco, de situaciones con humor, de crear una relación que ninguno de los dos esperaba, de planes que se chafan y de seguir conociéndose. Aunque el grupo de amigos de Andie también tiene vital importancia, no estoy segura de haber conocido realmente a ninguno de los personajes secundarios, la mayoría son completos desconocidos aún habiendo leído capítulos y capítulos de largas conversaciones juntos, de pensamientos y problemas; quizás por eso el desenlace de toda esta situación me ha parecido un tanto precipitado y sinsentido. No ha sido una novela no haya disfrutado, pero Morgan Matson ya no es para mí como antes, quizás vuelva a intentarlo en el futuro con alguna otra de sus historias, pero la he sentido un poco vacía. |
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