Además de ejercer de institutriz, hacer de dama de compañía era una de las pocas ocupaciones que se ofrecían a las mujeres que no disponían de medios; y era cierto que Caroline había pensado en ello. Pero ser maestra o institutriz era, cuando menos, un oficio en el que se veía haciendo algo realmente útil; mientras que la profesión de «comesapos», como se denominaba la ocupación de dama de compañía habitualmente y de forma muy poco halagüeña, a menudo no consistía en otra cosa que en aplacar el temperamento caprichoso de una rica anciana que no podía permitirse comprar compañía precio inferior.