La hija del comunista

Yo tenía siete años cuando cayó el Muro de Berlín. Recuerdo ver las imágenes en televisión y no comprender exactamente qué significaba aquello. Pero lo que sí entendí es que era algo importante, algo que cambiaría la vida de mucha gente. Mis padres habían vivido en Alemania durante diecisiete años, habían tenido dos hijos allí y regresaron a España diez años antes de que la historia del país cambiara de nuevo. Cuando les pregunto sobre aquella época, sobre las dos Alemanias siempre me dicen lo mismo: "A nosotros no nos afectaba, nunca nos metimos en política, estábamos todos del mismo lado". Y pienso que tuvieron mucha suerte.
Aroa Moreno nos transporta a esa época en la que el Muro era sinónimo de peligro, de prohibición, de ausencias. Y nos lleva de la mano por los caminos que el amor traza y que el olvido borra. Por las consecuencias que toda decisión de evasión trajeron a miles de personas que querían vivir, soñar, ser libres. Y que, en muchas ocasiones, no lo consiguieron.