Cuando era divertido

Los Reyes Magos han dejado en casa de Eloy Moreno carbón.
Mucho.
Y del duro.

La novela que nos ocupa o mejor dicho, el manual de todo lo que no debería hacer una pareja, salvo que quiera divorciarse, no es incómoda.
Es mala.
Insufrible.

Narrativamente hablando, un desastre.
El afán del autor de evitar caer en clichés sexistas le lleva a crear dos personajes carentes de personalidad.
Nunca sabremos quien hace qué.


Estoy de acuerdo en que en una sociedad presuntamente avanzada como la nuestra, da igual el sexo de quien realice una acción determinada.
Pero en literatura, la pretensión de diversidad del autor deja a sus actores más vacíos que el cero que me pusieron en un examen de religión donde dije que un obispo era el macho de la avispa.(Juro que es verdad)

Aparentemente Ale y Ale, son hombre y mujer.(o viceversa)
Un matrimonio que ha caído en la rutina. Las malditas mariposas se han transformado en gusanos que los corroe por dentro.

El problema es que nuestro Ingeniero Técnico se transforma en catedrático de sociología y experto en psicología de pareja.
No contento con ello, asegura que la mayoría de los matrimonios se encuentran en mayor o menor medida en la situación de Alejandra/o.
Y por ahí no, Eloy.

Te cuento:

Existe, querido amigo, un amor maduro, asentado, precisamente, en la serenidad que te da los años vividos, con sus victorias y derrotas, que no necesita alimentarse continuamente del deseo irrefrenable, sin que esto apague la llama.
No le puedo pedir a mi naturaleza un estado hormonal adolescente a perpetuidad.

Entre otras cosas, porque la eterna búsqueda de las mariposas, de la ilusión y del cuento de hadas o de Christian Grey va a durar lo que cuesta en desvanecerse la novedad entre los dedos.
Es una batalla perdida que te llevará al vacío absoluto entre flor y flor.

El amor, no solo se sostiene sobre los pilares de la ilusión o el ardor.
Es una carrera de fondo donde, curiosamente, hacer cosas distintas, se convierte en una rutina tan serena como las apacibles tardes de manta y sofá o la lucha de cuidar a tu pareja en un mal momento, donde, por cierto, las mariposas están de vacaciones.

Separando la paja del grano, la obra del castellonense es floja en todo lo demás.
Ejecución, prosa y técnicas narrativas son blandas y en ocasiones, pan chicle difícil de masticar.

Nuestros protagonistas asexuados compraron todos los boletos de la tómbola y lo normal es que les toque premio.

La forma que tiene el autor de conducirlos bajo el formato de novela es deslavazado en casi todas sus acepciones, siendo la mala composición su mejor virtud.

Aunque entiendo la intención del autor, el libro no le sale.
Eloy y un servidor somos los Ale, un error de origen en esta ocasión.

Es un buen autor, pero en mi minúscula opinión Cuando era divertido, está escrita con los pies.

Seguiré leyéndolo, pero está vez...para mí es un no.