La isla de Arturo

Arturo pasa los días solo, paseando por la playa y leyendo libros de aventuras, héroes y piratas. Durante sus catorce años, ha vivido en la isla de Prócida, en la bahía de Nápoles, sin reglas ni horarios, imaginando el momento de embarcarse en viajes en los que descubrir el mundo y conseguir la gloria eterna. Mientras tanto, su misterioso padre va y viene a voluntad, actitud que no impide que Arturo sienta por él una adoración enfermiza a pesar de ser un hombre frío, desdeñoso y a menudo cruel que nunca ha tenido un gesto de cariño hacia su hijo. Y Arturo, que no llegó a conocer a su madre, los besos o los abrazos, es feliz con su existencia.

Toda esta existencia idílica cambiará con la llegada de Nunziata, una joven napolitana apenas dos años mayor que Arturo con la que su padre decide casarse. Su llegada significa un momento crucial en la vida de éste que despierta una mezcla de emociones y pone fin a su existencia juvenil y despreocupada. Por primera vez en su vida, Arturo tiene un rival por el afecto de su padre, uno que es casi tan inexperto e ingenuo como el propio joven y que tampoco será capaz de retenerle en la isla.

El retrato de #ElsaMorante en “La isla de Arturo” de las experiencias del joven es a la vez íntimo y convincente, y aborda temas como el amor prohibido y sexualidad ambigua con perspicacia y sensibilidad. Junto a la lucha por reconciliar sus sentimientos por Nunziata, Arturo también deberá lidiar con emociones de antipatía, lujuria, celos y desilusión.

El ritmo de esta historia es pausado, no os lo negaré, pero refleja el ritmo de vida en la isla, los roles tradicionales y la invisibilidad de las mujeres, todo ello relatado por el propio Arturo desde un futuro lejano, una vez perdida la inocencia.

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