Araceli

Quizá esta sea una de las reseñas que más me cuesta hacer por la complejidad que me supone describir esta novela de #ElsaMorante. Desde que leí que mi adorada #ElenaFerrante se refería a ella como su “maestra”, quería adentrarme en su literatura y, como yo soy de empezar la casa por el tejado, decidí hacerlo por su último libro: “Araceli”, recién reeditada en nuestro país por @lumenedit. Desde sus primeras páginas ya se intuye el dolor del protagonista-narrador de la novela, Manuele, hijo de Araceli, un infeliz burgués de cuarenta y tres años

Manuele ha decidido emprender un viaje a El Almendral, en Almería, tierra de su madre, fallecida treinta y seis años antes. Según se van desarrollando ambos viajes -el real pero, sobre todo, el viaje a los recuerdos- descubrimos al hombre solitario, pesimista, que desdeña a Dios, que se critica despiadadamente y se compadece de sí mismo por su condición sexual.

La historia, si bien parece centrarse en el destino de Araceli, en realidad se centra en Manuele, quien traza trágicamente el destino materno ya que nunca logra crecer fuera del nido construido junto a ella y permanece dentro él mismo como un niño pequeño acunado cariñosamente con las canciones españolas de #Araceli.

Así, este viaje a ninguna parte, a modo de “peregrinación”, se convierte en un doloroso viacrucis en el que sólo encuentra dolor. En realidad, este viaje es un pretexto para contar lo que fue su vida, mezquina y desgraciada, con su complejo de Edipo, sin esperanzas ni ilusiones. Es la falta y la necesidad de amor la que le hacen mirar la vida con un pesimismo trágico.

Esta es una de las novelas que más me ha costado terminar y con uno de los personajes más infelices y autodestructivos que he conocido. Una historia de ascenso -emocional- y caída, de sufrimiento, frustración y muerte, que dinamita uno de los vínculos, quizás, más sagrados de la vida a ojos de nuestra sociedad occidental y de matriz cristiana: el que une a una madre y a su hijo.
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