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Una historia romántica, de segundas oportunidades, donde nuestra heroína, a causa de una situación que le sobreviene repentinamente, descubre la fuerza interior necesaria para vivir de acuerdo a sus principios morales y sociales y decide ser feliz, regalándose una nueva vida de la que obtendrá todo lo que hasta ahora se le había vedado a causa de la posición que ocupaba en la sociedad y, sobre todo, dentro de su familia. Es una novela realista, narrada con un estilo sencillo según los estándares de otros libros de esta misma autora, pero no por ello carente de una preciosista belleza en numerosos pasajes, sobre todos aquellos referidos a la naturaleza. La obra está repleta de grandes descripciones de la región de Muskoka: "Todos los colores de los bosques en invierno son extremadamente delicados y escurridizos" (página 206) En ellas la autora nos regala maravillosas metáforas, epítetos que nos trasladan a ese maravilloso paraíso imbuido de esa naturaleza primigenia y seres vivos que la pueblan. Una composición de colores y formas depositadas en la obra mediante un lenguaje accesible que no quiere decir "simple", más bien todo lo contrario, enriquecido con sus características construcciones gramaticales. Es la única novela de L.M. Montgomery inspirada en la región de Muskoka, en Ontario, pues todas sus demás obras se ubican en la isla Príncipe Eduardo. La historia está narrada en tercera persona; el narrador nos adentra en la mente de nuestra protagonista, en sus pensamientos más ocultos y viscerales, así como en la sociedad y situación familiar que le han tocado vivir. Podemos diferenciarla en tres partes, que son las distintas situaciones personales que Valancy Stirling atraviesa a lo largo de los aproximadamente doce meses en que transcurre la historia. No podemos olvidarnos tampoco de Barney Snaith, pues aunque Montgomery siempre otorgaba a sus personajes femeninos todo el peso de la trama, jamás se olvidaba de acompañarlas de un perfecto personaje masculino que funcionase como contrapunto. En este caso, al igual que hizo con Gilbert Blythe en su serie de "Ana la de Tejas Verdes", lo consigue sobradamente. Así mismo, las conversaciones de Valancy con su familia ponen en muchas ocasiones el punto divertido a la novela. En lo que respecta a la edición, en este caso no nos encontramos con las esclarecedoras y didácticas introducciones que la editorial nos ofrece en cada uno de sus libros, sino que hallamos esta información al final, en un estupendo postfacio de Carmen Forján García que aporta todos los detalles bibliográficos de la autora, así como su situación personal y social, en las cual se inspiró para la realización de esta obra. Cuando se publicó el libro en 1926 iba dirigido a un público adulto, aunque lo cierto es que creo que en la actualidad lo puede leer y disfrutar igualmente un público más joven. En definitiva es una historia preciosa, deliciosa y cristalina como la naturaleza en la que está inspirada. El único "pero" que le puedo encontrar es que, una vez que empiezas a leerla, no puedes parar y la terminas enseguida (naturalmente eso no es un "pero" de la novela, sino de las ansias del lector por seguir disfrutando de ella). |
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