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Me encanta el personaje de Emily y su empeño por ser escritora, por más trabas que le pongan en el camino. En esta segunda novela de este personaje, que es considerado el alter ego de la propia autora L.M. Montgomery, se da muchas vueltas sobre las habladurías de los pueblos y es que Emily ha sido una fuente de inspiración para los más diversos rumores surgidos de las malas casualidades, de las actuaciones y malas ideas de terceras personas o de sus propios errores, porque todos somos humanos. En esta novela se siguen encontrando paralelismos con la serie de Ana la de Tejas Verdes, y he llegado a considerar incluso que no fuera Ana una versión idealizada de Emily, creada por ella misma. Desde luego, el amor de la autora por su tierra sigue patente y la forma que tiene de describir paisajes, el paso del tiempo y el cierre de etapas vitales sigue siendo tan nostálgica como maravillosa. No sé qué nos esperará en la tercera y última entrega de esta serie, pero espero que se traten o cierren algunos temas que en este libro han quedado en el aire y que me han dejado con ganas de comenzar el siguiente de forma inmediata sólo para comprobarlo. |
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