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Me he enamorado de Emily, me he enamorado de L.M. Montgomery y creo que cuando una está enamorada no puede ser objetiva. Pero resumiendo: la serie de Emily está a la altura de Ana, y si después de 8 meses leyendo a la autora sigo con ganas de leer más libros de ella, por algo será. Emily es una niña mucho menos intensa que Ana, pero tienen puntos en común, como su desbordante imaginación, sus complejos por ciertos aspectos de su físico y su fuerte carácter a la hora de exponer lo que no les parece justo. Ambas son huérfanas, pero las situaciones de cada una son completamente diferentes. En el caso de Emily, acabará viviendo en casa de unos familiares de su madre con los que sus padres habían roto relaciones. La reconciliación, o no, con esa rama de la familia tan orgullosa, las ansias de Emily por ser escritora profesional, las habladurías del pueblo en el que se encuentra y las relaciones con sus amigos son algunos de los temas que encontraremos en sus páginas. Ya sea mediante el narrador omnisciente de gran parte de la novela, o a través de los escritos de Emily llenos de faltas y cada vez mejores, iremos pillando cariño a (casi) todos los personajes que aparecerán por allí. Es el primer libro de una trilogía y ya estoy deseando que no termine nunca. Quiero más Emily. |
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