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ISBN : 8466337652
240 páginas
Editorial: Debolsillo (07/09/2017)

Calificación promedio : 3.81/5 (sobre 61 calificaciones)
Resumen:
Vuelve Rosa Montero con La carne, una intriga emocional que nos habla del paso del tiempo, del miedo a la muerte, del fracaso pero también de la esperanza, de la necesidad de amar y de la gloriosa tiranía del sexo, de la vida entendida como un lance fugaz en el que devorar o ser devorado. PREMIO NACIONAL DE LAS LETRAS 2017 «Al final todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño.» Una noche de ópera, Soledad contrata a un gigoló para que la acompañe a la fun... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (17) Ver más Añadir una crítica
Beatriz_Villarino
 02 October 2018
Acabo de leer esta novela; en realidad podría haberlo hecho en el mismo momento en que se publicó, 2016, pero por circunstancias que no vienen al caso, aunque creo que algo tienen que ver con lo que ocurre en La carne, he “tenido” que ir a la Feria del Libro de Madrid, ver a Rosa Montero y no poder dejar de saludarla porque no es sólo una de mis autoras preferidas, me gustaría pensar que, de pertenecer a su círculo y vivir en Madrid, podríamos haber congeniado a la perfección, incluso ser amigas. Puede que sea totalmente pretencioso por mi parte, pero esta es la impresión que tuve la primera vez que leí algo de ella, creo que fue Te trataré como a una reina, y el presentimiento que me invadió al hablar con ella sobre la Historia del rey transparente, por cierto, novela de 2005 que aún sigo recomendando a mis alumnos.

El caso es que he terminado La carne y justo al final me ha decepcionado «Querido lector, quisiera pedirte un favor. Y consiste en que guardes silencio [...] porque, si se cuenta, se arruina la estructura, el ritmo y el misterio del texto. Muchas gracias» ¡¿En serio?! Después de que tengo el libro lleno de anotaciones, porque me ha fascinado (lo he leído en dos días, y eso que no dispongo de mucho tiempo últimamente), ¿cómo voy a guardar silencio?... Pues, intentaré hacerte caso, querida autora, y no desvelar demasiado de la trama. Sí puedo decir, creo, que nada más empezar, se produce una expectación ansiosa en el lector derivada de los temas universales que aparecen: el amor y el desamor, la pasión y el dolor, el temor a la soledad y la fortaleza del ser humano, el pánico a la derrota y la vitalidad ante ella, el miedo al fracaso personal y el triunfo profesional o la frustración profesional y el triunfo personal. Son temas absolutos, lo novedoso es que todos ellos están condicionados, tienen en su origen en los malos tratos.

La carne es una novela en la que la fragilidad de la persona aparece desde el mismo momento en que nacemos y no nos abandona hasta la muerte, terrible consecuencia que se instala en el universo para recordarnos precisamente que somos frágiles, que somos tan débiles que en cualquier momento se pueden romper los hilos que nos mantienen.

¿Dónde está el origen de la desgracia? ¿Es el propio destino? En este sentido, el universo de la carne, el universo real, no difiere tanto del que aparece en El peso del corazón y la protagonista, Bruna Husky me ha recordado en numerosas ocasiones a Soledad; Bruna sabe que está programada para vivir 10 años, Soledad ha cumplido 60, por lo que también es plenamente consciente de su fecha de caducidad, ambas perciben su debilidad, ambas piensan con tristeza en la muerte y a las dos las embarga la soledad, aunque son mujeres duras, luchadoras, que intentan fortalecerse tras cada caída para llegar con alegría al final y para vivir con entusiasmo ese día a día que marca implacable el paso del tiempo.

Por eso Soledad decide montar una exposición sobre Escritores malditos; malditos porque fueron considerados malvados, miserables o de malas costumbres. En un momento de la novela, a la arquitecta responsable se le ocurre, para la muestra, el nombre de Escritores excéntricos, después de conocer que aparecerán William Burroughs (se arrancó un dedo como prueba de amor a su degenerado amante), Philip K. Dick (esquizofrénico), Pedro Luis de Gálvez (fusilado por los fascistas —entre otras razones— por fanfarronear con que había matado en la guerra a miles de ellos), Guy de Maupasant (sifilítico y suicida en potencia), María Lejárraga (excluida socialmente por divorciarse de Martínez Sierra, para quien había escrito toda su vida, a pesar de las infidelidades de él y haber tenido un hijo con una actriz para la que María debía escribir papeles teatrales), María Luisa Bombal y María Carolina Geel (dispararon por celos a sus amantes), o Josefina Aznárez, única escritora ficticia de todos los nombrados que formarán parte de la exposición, pero que sirve para hacer un guiño a otros autores reales como Eslava Galán en Misterioso asesinato en casa de Cervantes «unos cuatro meses después de que Josefina quedara huérfana, llegó a Santander un caballero de mediana edad llamado Luis Freeman [...] Nadie sospechó ni por un instante que ese tipo alto y bien plantado de suave acento extranjero fuera la pobre Josefina.»

La historia de Josefina Aznárez es una metanovela que aparece en La carne. Pero no sólo eso, estructuralmente La carne guarda sentido con el contenido, pues la exposición que Soledad quiere montar tendrá forma de espiral, y como en una espiral vamos pasando de un escritor a otro, de un personaje extraño al libro a otro que conecta a la perfección con alguno de la carne, de un suceso ficticio de otro libro que se enreda en la realidad de esta novela «Soledad sabía bien cuál era su futuro, sabía en qué se iba a convertir, porque Dolores era su retrato de Dorian Gray», a un sentimiento ilusorio engarzado en otro real, de un libro casi real escrito por Montero a otro ficcional escrito por Ana, la vecina de Soledad «...le puse de forma provisional El libro de las Anas, porque son historias de varias mujeres jóvenes y sus relaciones amorosas que son un desastre [...] —Llámalo Crónica del desamor. Seguro que le pega —dijo Soledad».

Como en el infierno de Dante vamos bajando esa espiral hasta llegar a lo más profundo del ser humano, a la realidad total y absoluta, a la verdadera Rosa Montero.

Pero como en La loca de la casa, donde se mezclan también literatura y vida, biografías y autobiografía, hemos de tener en cuenta que lo más probable es que los sueños y la realidad se confundan para, en la mayoría de casos, salvarnos de nuestros miedos, de la mediocridad.

No sé por qué razón, en un principio, al ojear la sinopsis del libro, no me apeteció leer La carne. Inmediatamente me pasó por la cabeza Hombres desnudos, de Alicia Giménez Barlett, y no tenía ganas de enfrentarme de nuevo a la humillación de sentirse inútil o infravalorado en una sociedad dura hasta el extremo con el ser humano. Nada más lejos de la realidad; la verdad es que fue la propia Rosa Montero quien, en la Feria, me convenció de que no “sufriría” con el libro y, efectivamente, me he alegrado enormemente de leerlo; si en Hombres desnudos el lector experimenta una catarsis que lo deja en paz consigo mismo, en La carne, no sólo el lector, quiero creer que su escritura ha sido también catártica para la autora, pues consigue mezclar la realidad y la ficción para que sea la propia vida la que resulte una purificación. al leerla, le lector se siente bien, se identifica con Soledad, sufre con ella, la entiende, empatiza y, en muchas ocasiones la admira, no sólo por su bondad, por su desprendimiento hacia los demás, sino por su ironía, sarcasmo en ocasiones, y casi siempre su fino sentido del humor a pesar de los horrores vividos: «En realidad, ahora Dolores se parecía de verdad a la madre de ambas. A esa chiflada que las encerraba en un armario cuando salía —y salía todo el rato—, supuestamente para que no se hicieran daño. A esa malvada. Hacía falta ser mala para llamarlas Soledad y Dolores. Y lo peor es que las dos habían cumplido el terrible mandato nominal».

Esa liberación interior queda casi explícita en el texto «...hago lo mismo que con los personajes de mis novelas, te metes dentro de esas vidas [...] es lo que decía el romano Terencio “nada de lo humano me es ajeno”».

Montero empatiza con sus personajes, con todos, por lo que consigue que los sueños (espero que los suyos también) se hagan realidad.

Realidad-ficción, catarsis lectora-catarsis creadora, literatura-vida, amor-desamor, éxito-fracaso, humillación-dignidad... Lo que rige la novela es la dualidad; como connota el título, la carne es la esencia del libro, pero no lo sería sin el complemento de la mente. No sabemos si el cuerpo es el que aporta sentimientos a la mente o es ésta la que condiciona, al menos de forma subjetiva, a la carne. Parece que será el cuerpo el que domine, pero no todo es lo que parece.

El dualismo antitético comienza con el nombre de la protagonista Soledad Alegre; a su vez se desdobla en Dolores Alegre, su gemela, a través de la cual nos transmite el dolor atroz que atormenta su psique, aunque también lo haga el deterioro físico.

Asimismo hay un antagonismo entre los supuestos amantes, su edad no encaja aunque sus mentes y sentimientos lo hacen perfectamente.

El suspense narrativo es constante aunque la claridad y fluidez de la escritora transformará, a cada paso, la angustia en ternura.

La humillación de los protagonistas es evidente, pero el humor sutil con que aceptan la vida arrebata gran parte de esa degradación.

Es real como la vida misma, pero la magia de Rosa Montero envuelve todas y cada una de las páginas.

«Escritores malditos», pero la maldita es esta sociedad que los rechaza.

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Elrincondeiveth
 27 February 2021
Esta es la historia de Soledad, una mujer que está a punto de cumplir sesenta años, que se siente joven y sola. Ella decide contratar a un gigoló que la acompañe a la ópera, para dar celos a un ex amante. Pero un imprevisto a la salida de la función marca una inesperada y tempestuosa relación entre ambos.

Vamos empezando por la protagonista, Soledad. La autora logra hacer un retrato cercano de ella: en todo su esplendor pero con muchas fallas. Retrata lo brillante que es en su trabajo, pero también las inseguridades y anhelos internos que la acosan constantemente. Personalmente, siento que es algo quejica: sí esta genial leer a alguien inseguro, quejándose como cualquier persona. Pero a la larga, su actitud resulta cansada. Asimismo, siento que su nombre es demasiado forzado: Soledad Alegre. Que tenga un nombre o apellido así es irónico, pero tantos juegos de palabras me parecen excesivos, artificiales.

Soledad es un personaje lleno de contradicciones lo cual en cierta forma la hace más cercana o humana y me enfada un poco leerla: como su desesperación por encontrar el amor, pero en alguien que sea mínimo 20 años menor que ella. Esto me causa conflicto, pues menosprecia a los hombres de 50-60 años, olvidando cuántos tiene ella. Ya sé que para el amor no hay límites (siempre en el marco de la legalidad) y que todos tenemos nuestras preferencias. Pero me parece hipócrita de su parte quejarse de la soledad que sufre, de que quizá nadie la llegue amar, cuando claramente es una persona superficial que critica duramente el aspecto físico de muchas personas. Si alguien se le acerca amistosamente, inmediatamente piensa en lo redondo de su barriga, en lo mal que se ve.

Me parece una persona muy juzgadora, sin pizca de autocrítica o empatía. Digo, cuando va una madre soltera joven desempleada a pedirle un poco de ayuda y la ve algo angustiada, mentalmente quiere reprocharle que hay dos cosas maravillosas que tiene y no valora: juventud y futuro. Algo demasiado abstracto, que obvio es importante pero que no te detienes a valorar si no tienes luz en tu casa o a duras penas puedes alimentar a tu hijo, como el caso de esta joven. ¿Y qué pasa con Soledad? Se la pasa quejándose de que no ha tenido una relación amorosa estable pero no da segundos pensamientos a su posición de clase media alta (que personalmente, valoro como alta). No tiene qué preocuparse de qué comerá, los servicios básicos los tiene asegurados. Ni tampoco que batallar por desempleo.

Destaco la narrativa cercana que tiene. A través de palabras cotidianas logra darle voz a pensamientos y reflexiones de la protagonista, que pueden resultar profundos. Porque a fin de cuentas todos pensamos y hablamos dentro de nuestra cabeza así. Me encanta una parte en la que tiene una reunión de trabajo, donde muchos usaban palabras estrambóticas para darse importancia o dar la impresión de ser súper inteligentes, dar seguridad a sus ideas aunque fueran malas o nulas. Denuncia la futilidad y snobismo al usar un lenguaje rebuscado, forzado.

Rosa Montero habla del cerrado mundo de la alta sociedad, del elitismo del círculo artístico. de cómo tienes que estar bien relacionado para ser aceptado (con educación, padres universitarios en común, primos casados). Me parece una crítica genial pero ¿qué necesidad de entrar a ese mundo? Me conflictúa esa obstinación de la protagonista. En vez de quejarse del clasismo de esos círculos ¿por qué no se cuestiona su obsesión por ser aceptada en él?

En esta novela, nos encontramos con que Soledad trabaja en una exposición literaria que está organizando. Y me causa un poquito de conflicto: pues de la nada te hace referencias frecuentes y largas sobre escritores considerados malditos. Debo reconocer que hubo algunos puntos en la novela donde estos pasajes me parecieron un poco pretenciosos. Ya sé que trabaja en eso y es inevitable que su trabajo esté presente en su vida diaria. Pero me parece que estaba de más.

Asimismo, un tema muy importante es el cuerpo y el envejecimiento, una cuestión genial pocas veces retratado en la ficción. Encuentro admirable que Rosa decida hablar de estos temas de forma cercana y personal, pero la protagonista tiene una obsesión corporal que no me parece tan sana. Digo, tiene un trabajo importante y me parece que pasa demasiado tiempo enfocándose en cosas superficiales. Uno pensaría que con la edad, con la madurez, deja atrás una carga de inseguridades y preocupaciones sobre la apariencia, comúnmente propios de la adolescencia, que en última instancia son fútiles: pero con Soledad no parece ser así. al contrario, se multiplican. Y todavía me causa un poco de conflicto al pensar en ello: no sé si es reconfortante o patético. Aunque podría ser una forma de decir que no importa que tan maduros u ocupados seamos, siempre habrán inseguridades. No sé si esto me deprime o me pone alegre.

Siento que la autora intentó conciliar demasiados cosas como lo es la sexualidad, la imagen corporal, el envejecimiento, el thriller e historias de escritores en una historia que apenas sobrepasa las 200 páginas. Pese a que todos son grandes temas, tengo la sensación de que en tan pocas páginas no se logran explotar plenamente: son representados a medias, al hablar de tantas cuestiones no logra dar profundidad a ninguna en especial. O le sobran temas o le faltaron páginas.

Y es que yo llegué a este libro sabiendo que trataba sobre envejecer, con una protagonista mayor. No sé de qué género pensaba que era la historia, pero cuando leí los créditos donde la autora pide mantener el secreto de la historia... me di cuenta que es un thriller. Lo cual se me hace súper raro, porque no es un elemento principal del libro. No sé, con tantos temas la autora te hace mirar de una cosa a otra y no te deja centrar la atención en ninguna en particular. Personalmente, el toque del thriller lo encontré algo mediocre: no malo pero tampoco espectacular.

Es una historia sobre las segundas oportunidades, sobre el cuerpo y nuestra relación con él al envejecer, sobre conciliar la imagen mental y física que tenemos de nosotros, sobre el amor y el deseo, que te recuerda que nunca es tarde para cumplir sueños. Soledad es una persona que vive atenazada por el miedo, por la edad que tiene: terror que a cada cosa que le pasa o experimenta sea la última vez, o que de plano no logre a llegar a realizar algunas experiencias. Que es consciente de su efímera existencia y decide aprovecharla al máximo, a pesar de sus miedos e inseguridades.
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Ferrer
 08 June 2019
El amor en sus diferentes vertientes suele ser el tema común en la obra narrativa de la afamada española Rosa Montero (Madrid, 1951). Su última novela, La carne (Alfaguara, 2016), versa sobre la historia de Soledad, una mujer madura de éxito profesional que recurre a los servicios de un prostituto (Adam) para crearle celos a su antiguo amante. Una cita que le saldrá muy cara a la protagonista, quien considera perfecta la música de Wagner para una noche de amor. Venganza y dolor, amor y fracaso vital, fragilidad y rechazo social, todo ello agitado (no revuelto) y plasmado en un libro, que a buen seguro gustará a los seguidores de Montero.
Por su curso paralelo discurre la historia de la organización de una exposición importante para la Biblioteca Nacional con el tema del amor y la locura como eje. Soledad nos instruye, en una exhibición de erudición (deleitar e instruir), sobre los avatares amorosos de diversos escritores “malditos” (Burroughs, Ulrico von Liechtenstein, Philip K. Dick, Guy de Maupassant, María Lejárraga…) al tiempo que su turbulenta mente hipocondríaca e insatisfecha anhela no un amante, sino un amado. de igual modo, la introducción de un diario breve de Soledad (a modo de prolepsis) en la novela le confiere a esta un interés, que evita que decaiga su atractivo.
Adicta a la pasión, perfeccionista y racional, misántropa modélica, Soledad es consciente de la mengua de su belleza corporal y de que sus carencias la apesadumbran más que toda la comodidad que le proporciona su riqueza económica, puesto que “su enorme necesidad de afecto era una bola de fuego que ardía en su pecho, consumiendo todo el oxígeno de su vida y amenazando con asfixiarla”. El amor ligado indisolublemente al daño.
Dice Rosa Montero que "La Carne es la carne que nos encierra, que nos aprisiona en un cuerpo que no hemos elegido, que nos envejece y nos mata, pero también es la carne que nos llena de vida, que nos lleva a la gloria, la gloria del sexo, del amor, de la sensualidad, de la vitalidad... La carne es la puerta de todo". La escritora confronta, como en tantas otras de sus obras, infancia y madurez, candor y rudeza, lo vivido y lo pretendido, placidez y desgracia, lo poseído y lo perdido, una vidabella y oscura. Un grito por la libertad social de la mujer madura, una muestra de la necesidad del amor, del abismo del desamor, de la rabia y la gloria de la pasión.
Montero, sin florituras ni adornos, con una prosa sobria sin alharacas de fácil lectura, con amenidad y desenvuelta naturalidad, nos conduce con temple y tino por una historia con doble fondo y no nos deja en el alambre inseguro que cruza la distancia entre quien escribe y quien lee. La escritora nos ofrece en esta novela un poco de sus sueños y de sus miedos, quizá también sean los del lector.
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Bookeandocm
 11 October 2018
Soledad está a punto de cumplir sesenta años y está llena de rabia contra Mario, su examante. Llevada por el despecho de saberse abandonada, en un momento en que los años van pesando demasiado, comienza a pergeñar un plan: asistir a la ópera, en la que sabe que coincidirán, del brazo de un escultural joven. Soledad necesita dar celos a Mario y, para ello, no le vale cualquiera, necesita un tío de rompe y rasga, uno que haga que sus conocidas caigan muertas de la envidia cuando la vean y que a Mario le produzca cierto escozor. La venganza se sirve fría y para ello contratará los servicios de un escort durante unas horas, las justas para quedarse más ancha que larga y no volver a saber más nada del asunto; contra todo pronóstico, la situación se complicará en extremo y la vida de Soledad dará un giro absolutamente insospechado.

Resultado de imagen de GIGOLOSLa carne es una novela en la que se van a alternar dos tramas; una que afecta a la vida personal de Soledad y en la que Rosa Montero desnuda literalmente estar mujer. Rosa nos mostrará la cara y la cruz de un personaje que se alza con el protagonismo de la novela, eclipsando a todos los demás. Soledad es a los ojos de todos una mujer envidiable; con una posición económica más que desahogada, goza además de gran prestigio a nivel profesional, sin embargo, no siempre es oro todo lo que reluce y, tras esa fachada de mujer triunfadora, existe una persona llena de inseguridades y carencias afectivas, que hacen que los cimientos de su vida se tambaleen. Junto a ellas encontraremos a Adam, un joven extranjero que trabaja como gigoló para ganarse unos ingresos extra. Alternándose con esta historia principal, que tiene más peso, encontraremos un segundo hilo sobre la vida profesional de nuestra protagonista y la exposición que está montando, que es pura metaliteratura.

Me ha gustado mucho La carne, en especial, el dibujo que Rosa Montero hace de Soledad, una mujer que trabaja como comisaria de una exposición de escritores malditos, que se está montando en la Biblioteca Nacional. Lo mejor de toda la novela, en mi opinión, es la profundidad psicológica de su protagonista y las múltiples reflexiones que nos plantea con una historia, en apariencia ligera, que está llena de intriga y esconde mucho más de lo que parece. La autora mantiene un ritmo ágil, dosificando con mucho acierto la tensión narrativa, que va creciendo por momentos, en parte motivada por tantos y tantos temas candentes que pone sobre la mesa. Son tantos los palos que toca, que es prácticamente imposible que cualquier lector, ya sea hombre o mujer, no se sienta identificado en algún momento con alguno de los muchos temas expuestos.

Con una prosa clara, concisa, sin artificios, pero rotunda y salpicada de fina ironía, Rosa nos habla del la edad, esa tirana que no se apiada de nadie y que, por mucho que tratemos de burlarla, siempre acaba alcanzándonos. Soledad será la muestra, una mujer madura que, a pesar de tener un físico estupendo a sus años comienza a ser consciente de que tiene más pasado que futuro y ésta, por mucho que nos puedan decir otros, no es una situación fácil de aceptar. También nos hablará Rosa de la soledad, de lo que tenemos y lo que añoramos, de la delgada línea que separa la cordura de la locura y, sobre todo, de la necesidad de amar y sentirse amado, algo que por mucho que nos empeñemos en negar es casi la sal de la vida, lo que nos eleva y nos destruye según el momento; temas de los que conoceremos a través de la protagonista principal, en ocasiones, o a través de las múltiples alusiones metaliterarias que pueblan esta novela.

No creo que haga falta decir que os recomiendo la lectura de la carne, una novela que nos toca a todos en mayor o menor medida. Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno, y Rosa Montero parece haberse aplicado a ello con una novela que, a pesar de no ser demasiado extensa, perfila un personaje impresionante, lleno de aristas, con el que nos hará sentirnos ante un espejo en no pocas ocasiones.
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lectoraaburrida
 28 April 2018

Con este libro, una vez más se confirma la maestría de Montero para transmitir sensaciones. Una vez más he caído hechizada ante su prosa. Una vez más he dejado mi vida olvidada para vivir la de sus personajes... En este caso, Soledad se ha hecho dueña y señora de mí durante dos días.
En un principio conforme iba leyendo pensé que este libro estaba hecho para un rango de edad adecuado a la de la protagonista (sesenta años); pero nada más lejos... Para esta historia no hay edad; como bien dice Soledad en un párrafo : " Había llegado a esa edad en la que su biografía era irreversible. Ya no podría ser otra cosa, ya no podría hacer otra cosa con su vida". Estas frases quizá nos hagan de Pepito Grillo a personas más jóvenes... O no..
Las referencias a "autores malditos" y sus vidas han hecho que me relamiera mientras leía; me encantan esos datos que me hagan aprender, descubrir y que no me los metan con calzador. Se ha puesto muy de moda entre algunos autores hacer referencia a obras dentro de sus libros de tal forma que parecen papagayos pedantes copiadores de Wikipedia.
Otra cosa que me ha gustado mucho es que la autora mete a Rosa Montero como otro personaje más de la historia, y lo hace con muchísima gracia la verdad.
Destacar la advertencia final de la autora con este comienzo : " Querido lector, quisiera pedirte un favor. Y consiste en que guardes silencio. La tensión narrativa de esta novela se centra en...". En fin, que debe ser un rollo tener que advertir que no hagan spoilers para que no destrocen el libro a futuros lectores...pero leyendo algunas reseñas por ahí, no me extraña esa advertencia. Así que ya sabéis, cuando lo leáis.. Alabad, pero dejad que los demás descubran solos la historia de Soledad.
¿Recomendaría este libro? Sí, sin duda. Me ha encantado por creíble y por intenso.

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Citas y frases (15) Ver más Añadir cita
lucialopezgarlucialopezgar13 June 2019
La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido, y la de lo que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdicias mirando con aturdimiento alrededor
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MacabeaMacabea29 July 2020
—Ser maldito es saber que tu discurso no puede tener eco, porque no hay oídos que lleguen a entenderte. En esto se parece a la locura —soltó de repente Soledad—. Ser maldito es no coincidir con tu tiempo, con tu clase, con tu entorno, con tu lengua, con la cultura a la que se supone que perteneces. Ser maldito es desear ser como los demás pero no poder. Y querer que te quieran pero sólo producir miedo o quizá risa. Ser maldito es no soportar la vida y sobre todo no soportarte a ti mismo.
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AliceGouldAliceGould15 April 2021
La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir.
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ElrincondeivethElrincondeiveth27 February 2021
¿Era de verdad amor? ¿Todos los amores eran obsesivos? ¿O quizás las obsesiones se disfrazaban con la apariencia del amor para parecer algo más bello que un simple desequilibrio mental?
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MacabeaMacabea30 July 2020
Cualquiera pensaría que ella tenía muchas cosas en su vida y que no había motivos para quejarse, y sí, en efecto, poseía muchas cosas pero no le servían de nada, porque sus carencias pesaban mucho más. Como una vez le dijo Miguel Mateu, el fundador de Triangulo, lo que importa no es que lo que se tiene, sino lo que se añora.
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