Incandescente: El renacer del fuego

Estamos ante uno de esos libros que hay que descubrir poco a poco, una de esas joyas que es mucho más de lo que pueda aparentar su argumento y en las que, si leemos con atención, encontramos detalles que lo convierten en una lectura realmente valiosa. “Incandescente. El renacer del fuego” es la primera parte de la bilogía Eternidad, pero no por ello vamos a encontrar en sus páginas una novela introductoria o de ritmo lento; al contrario, Alba Montero Jodra nos ofrece una historia entretenida, profunda, llena de emoción y que va al grano ya desde las primeras páginas. Aunque pudiera considerarse una obra de fantasía (y en este sentido ante todo hay que reconocer que la historia funciona a la perfección), es ante todo una trama de superación personal en la que me permito inferir que podemos encontrar mucho de la propia autora (detalle que siempre es de agradecer y marca la diferencia).

Ignis es una joven que vive completamente sumida en una depresión. El día en que decide que no puede continuar así y que tiene que terminar con su vida, también será el día en que renazca de sus cenizas (de una manera prácticamente literal en este contexto) y descubra que la magia existe y que ella misma es la encarnación de una criatura mitológica cuyos poderes tendrá que aprender a controlar. A partir de este momento, y junto a su inseparable compañero el pato Mizu, tendrá que hacer frente a una amenaza que puede llegar a destruir toda la humanidad.

Me ha parecido un gran acierto esta manera de visibilizar la depresión de una forma tan original como es la propia literatura fantástica. La historia de superación de la protagonista que tiene que luchar contra esa amenaza externa además de contra sus propios demonios internos, constituye una lección valiosa y que difícilmente puede dejar indiferente al lector. La narración de las emociones de Ignis/Incendiaria son conmovedoras y, lejos de lastrar el desarrollo de la trama, consigue un conjunto bien empastado evolucionando al mismo ritmo que los acontecimientos. Por otro lado, cabe destacar la figura de Mizu, personaje verdaderamente entrañable y que además actúa a la perfección como ese alivio cómico que siempre es bien recibido.

Tanto la descripción de los escenarios como la caracterización de los propios personajes me han trasladado a mundos de fantasía variados y con una carga mitológica que demuestra una gran inventiva por parte de la escritora. Es de valorar que los capítulos estén escritos desde diferentes puntos de vista teniendo cabida incluso los personajes antagonistas. Reconozco que, además del ritmo acelerado de la propia historia que no da tregua, me han maravillado algunas de las reflexiones de la autora, siendo especialmente remarcable la que hace referencia al doble renacer de Incendiaria de sus cenizas. Me ha fascinado la manera que ha tenido Alba de entretejer una trama verdaderamente absorbente alrededor de un tema que merece visibilidad y atención conformando un ejemplo de literatura comprometida que incluso puede llevar la autoayuda a otro nivel sintiéndonos identificados con el sentir y la lucha de Ignis, así como entreteniéndonos y sonriendo con sus aventuras al lado del simpático Mizu.