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Cuarto libro de una serie ambientada en un pequeño pueblo turístico de la costa española. Leí los dos primeros para algunos retos, y los consideré chit-lick, entretenidos, frescos, con algún toque divertido; en los que la gerente de un hotel se veía implicada en la investigación de unos crímenes y empezaba una relación con el policía encargado. Debido a esto, me reservé la serie para posibles retos futuros. Cuando leí el tercero, me defraudó. Los protagonistas ya no eran la pareja de los primeros, sino un cuarteto de ancianas, emparentadas con ellos. En los primeros libros aparecían como personajes secundarios que llenaban algunas páginas con sus ocurrencias y aficiones. Y este cuarto ya ha sido el remate. La pareja inicial, ni aparece, solo se les nombra unas pocas veces de pasada; a pesar que la trama se desarrolla en el hotel. Las protagonistas vuelven a ser las ancianas, que han creado una agencia de detectives y se dedican a inmiscuirse en las investigaciones policiales. En esta ocasión investigan un asesinato que tiene lugar en el hotel durante una celebración de antiguos alumnos del colegio del pueblo. La trama policial es muy plana, muy sencilla y, sobre todo, muy previsible. Los personajes, al ser varios, no están desarrollados a fondo, solo a pinceladas; ni siquiera las cuatro protagonistas. Tampoco me han atraído las historias secundarias, sobre como viven, las aficiones, los amigos, las reuniones de las viejecitas. Se ha intentado que fueran graciosas, pero en algunos momentos son casi esperpénticas y repetitivas. En los primeros libros, había diálogos con una cierta chispa, entretenidos, que te hacían sonreír... pero han desaparecido en estos dos últimos libros. Se han convertido en diálogos aburridos, anodinos... y, en ocasiones, totalmente fuera de onda, sin tener nada que ver con el momento de la historia. Así como recomendaría los dos primeros como libros entretenidos para pasar una tarde en la piscina, no lo hago con los dos últimos. |
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