Una librería con magia

A todo aquel que entraba en Ringelnatz & Co., la propietaria lo evaluaba con una mirada certera. A veces bastaba una breve conversación; otras, la mera observación de cómo un posible cliente recorría las filas de estanterías, para averiguar cuál era la mejor manera de atender sus necesidades. En ocasiones, uno de esos clientes elegía un libro equivocado; entonces ella encontraba palabras y maneras de disuadirle, porque nada hace que corra más peligro el disfrute de la lectura y, por lo tanto, la supervivencia de los libreros, que la venta de un libro inadecuado en un momento inoportuno.

[...] quien lee un libro desde la primera hasta la última línea, no hace sino adaptarlo al desarrollo tradicional de toda existencia. Pero a veces ocurre que abrimos un libro por la mitad, nos quedamos cautivados por una frase y seguimos leyendo a partir de ahí, convirtiéndonos por así decirlo en huéspedes del futuro.

[...] algunos libros se prestan a ser abiertos y descubiertos en cualquier página.

La literatura puede cautivar a una persona y acaparar toda su atención. Es capaz de trasladarnos a otros mundos y, a base de fundirnos con ellos, hacer que olvidemos las pesadumbres de la vida cotidiana.

Descubrir un libro suponía elevarse por encima de las obligaciones de la vida cotidiana, pero también en el tiempo que duraba la lectura, abstraerse del aquí y ahora de la propia vida y trasplantarla a otro lugar.

¿Acaso no sabe que soy una de las personas más melancólicas que existen bajo el sol?

[...] prefiero que tu mirada interior me vea como entonces me contemplaban tus negros diamantes.

Un gabinete de fantasías, una fuente de conocimiento, una recopilación de las tradiciones del pasado y del presente, un lugar donde soñar...Todo eso puede ser una librería.

Un libro es mucho más que la suma de sus letras.

Como verás, la realidad no puede hacer frente a la literatura.