¡SIN PALABRAS! Estamos ante una novela y un escritor que esconden un talento enorme. La novela nos transporta al norte de Rusia, a Siberia y al mar de Kara, que nos llevará a navegar entre sus aguas heladas con nuestro protagonista Alexey, su perro y fiel amigo Kino y Zora, su barco, en busca de un ser monstruoso por el que obtener una cuantiosa recompensa, aunque más por orgullo.
La ambientación del libro es de Matrícula de Honor en todos sus aspectos. Los paisajes, las escenas y las emociones se describen de una forma magistral. Sientes el frío, el hambre y esa sensación de soledad y miedos que se sienten en cada una de las escenas relatadas. Eso te hace vivir casi en primera persona toda la travesía.
Y si la ambientación es espectacular, la trama no se queda atrás. Y es que, este libro tiene unas cuantas escenas de las que no se olvidan, que tocan el corazón en su narración y que rozan la perfección. No puedo contarlas por spoiler, pero cuando lo leáis las vais a identificar. Escenas duras, tan bien descritas y detalladas, que hacen que sientas el sufrimiento del momento en tus propias carnes.
Los personajes principales son geniales, Alexey y Kino, pero todos los que aparecen como secundarios suman y aportan en sus intervenciones, en sus conversaciones y con sus actos. Y con el principal, Alexey, podemos ver su evolución a lo largo de su vida, sus miedos, sus errores y la soledad con la que decide vivir, conviviendo con su fiel amigo Kino, con el que mantiene unas conversaciones maravillosas.
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