La tercera novela de la saga de la inspectora Elena Blanco continúa con la fluidez y la agilidad de sus predecesoras. Carmen Mola ha dado con la tecla para que el lector se sumerja en el espiral de sus historias, a pesar de que algunos aspectos parecen un poco forzados. En definitiva, una novela para los amantes de la novela negra, cruda, con ritmo y que te hará ver las albóndigas de otra manera.
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