La casa del callejón

Desde hace bastante tiempo quería leer algo del género de terror, así que en cuanto tuve esta novela delante ni me lo pensé: tenía que leerla. A continuación os cuento lo que me ha parecido.

La novela narra en un total de cinco capítulos una serie de sucesos que acontecieron en una antigua casa llamada Slade House. Cada nueve años, se producen extrañas desapariciones en la casa de callejón. Cada capítulo narra una historia diferente, pero al mismo tiempo conectada a la anterior. Poco a poco vas descubriendo el misterio del siniestro caserón y de las personas que lo habitan.

Lo cierto es que esperaba una trama muy dinámica y un ritmo frenético, pero he de confesar que el resultado, al menos en mi caso, no ha sido para nada lo esperado. A pesar de contar con muy pocos capítulos, la historia transcurre lentamente y hay que detenerse varias veces durante la lectura para enterarse de lo que están contando los personajes. Por otro lado, esperaba encontrarme con una historia de terror con un estilo parecido a Drácula y no ha sido así. En algunos momentos he tenido una sensación desagradable al leer pero no era un sentimiento de terror.

Con respecto a los personajes, el autor dota a la novela de un amplio abanico de secundarios y a veces es sencillo perderse entre tanto nombre. Por suerte, todo sucede de forma cronológica y las historias están bien ambientadas. Sin duda, el personaje que más he disfrutado ha sido el de Freya Timms, por su valentía y su carácter.

En definitiva, una novela de misterio en la que el autor sabe jugar muy bien con el lector y nunca sabes lo que va a pasar. La recomiendo a todas las personas que disfruten de los sucesos paranormales y les guste más bien el suspense que el terror. Una novela entretenida, pero de la que esperaba más.

David Mitchel es un artista de la arquitectura...
El bosquejo de sus personajes, el trazado de la historia, el uso de los planos temporales, la creación de curvaturas psíquicas, la cimentación del relato, el colado de las referencias , la perfecta estructuración de los capítulos, la luminosidad literaria , las ventanas abiertas , las puertas que conducen directo a la locura o algo muy parecido, la alucinación sólidamente se cierran para mantener el misterio el marco histórico. Y constituyen portales dimensionales. la solidez y consistencia de la novela.
de ello se sujeta para reconstruir el mito de “ el lugar maldito o embrujado “ pero muy a su estilo.
Desde las voces de 5 protagonistas, que tienen la luminosidad que les otorga su ventana psíquica, narra la tragedia que conlleva su diversidad, aparejada con su incapacidad para adaptarse a un mundo al cual no pertenecen y se convierten en víctimas propicias de un inusitado vampirismo, que redunda, o se fundamenta en la búsqueda de un bien muy preciado, pero que funciona como bendición o maldición, cuando no ambas traslapadas...la eternidad.
Eternidad que no alcanza a ser medida en tiempo, tiempo que no puede ser medido en su inexistencia. Dos entes malévolos que se nutren de aquello que mueve al ser humano, literalmente.
Un lugar maldito, un portal infraterreno, donde todo puede ser.
Desde la portada que solo manifiesta reflejos, copias al gusto de una mansión que se difumina en un charco, que se diluye en la liquidez del agua, todo se vuelve redondo, incluso el final que casa como anillo al dedo,

Esta es la primera vez que leo un Mitchell, y debo confesar que he quedado atrapada. Tanto por la forma de escribir del autor como por la historia. Por la atmósfera que ha creado, los personajes que aparecen en ella como por la trama tan bien hilada. Y digo que esta bien hilada porque es un autor que sus libros están, de una forma u otra entrelazados. No lo he sabido hasta casi terminar el libro y encontrar en una frase el título de otro libro del autor. Empezar a buscar información y encontrar lo que me "temía". Y lo digo entre comillas porque este libro me ha atrapado a seguir leyendo más libros del autor.
La historia está divida en cinco historias en cinco momentos diferentes y con personajes diferentes. Pero todos unidos por un eje principal, la casa/ mansión de Slade Alley un callejón de Londres. La primera historia es la que abre todo y no sabes realmente lo que pasa con los personajes y con toda la historia. En la segunda te puedes ir haciendo una idea. Y ya con la tercera sabes por donde van a ir los tiros o los giros. Pero nunca sabes como se va a desarrollar o como va a culminar las cosas. Porque hasta el último momento pueden pasar cosas inesperadas. Hay pequeños matices que te pueden pasar desapercibidos pero están ahí y que el autor te va dejando en forma de pequeñas pistas y que son clave para el desenlace de la historia. En las primeras historias no lo ves pero en las siguientes estas esperando a que salgan para saber que estas dentro de esa realidad que crean los malos del libro para atraer a sus victimas. No os quiero contar quienes son los malos porque, además de ser complicado quiero que si os decidís a leer el libro os sorprenda. Porque es un libro de descubrir poco a poco. de ir sin saber nada para adentrarse en la historia como los personajes en el misterio de la casa.
A mi ya sabéis que me encantan los libros con esos toques de misterio/ terror. Con pequeñas pistas que va dejando el autor y que sorprenden al lector porque no te has dado cuenta. Están ahí pero no has sabido ver. Seguro que los lectores asiduos del autor están acostumbrados a este tipo de lectura y de juegos del autor. Pero seguro que también les sorprenderá mucho.

En conclusión, un libro cortito pero con una historia muy atrapante que no puedes dejar de leer. El libro es para el lector como la casa es para los personajes. Ese objeto que los atrapa y no deja salir hasta su fin. Es mi primera vez con el autor pero voy a repetir. Me ha encantado la atmósfera, los personajes, la trama y como el autor relaciona todo incluso esta obra con otras suyas anteriores.
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Es 1975 y Nathan y Rita Bishop van de camino a la casa Slade, a una velada musical invitados por la señorita Grayer. El chico va pensando en los pulgares de Godzilla, y Rita le pide que sea un poco menos Nathan. Lo hubiese dejado en casa, pero la anfitriona insistió mucho en que su hijo fuese, así que le toca aguantar. Cuando llegan a la zona, ven que Slade es un frío y estrechísimo callejón, donde viviría un vagabundo pero no un lord o una lady como los Grayer… ¿puede ser que esa pequeña puerta negra sea la entrada? ¿puede levantarse una gran casa en un espacio físicamente imposible? solo queda comprobarlo, y aunque no tiene pomo, Nathan siente una atracción hcia ella, caliente, que te invita, y que da paso a un gran jardín con Slade House al fondo: majestuosa, antigua, no tiene nada que ver con las otras casas del callejón. Lo dicho, físicamente imposible pero ahí está.

Y tú quieres estar,
pero en realidad es que no puedes irte.

Y a partir de aquí nos metemos en una historia de retratos que no tienen sentido, laberintos, ciclos de 9 años y almas materializadas. Desapariciones, casas que vienen y van, lo real y lo imaginario. Ni se os ocurra entrar en la casa Slade, y si la casa os elige… no habléis con nadie, no aceptéis nada de lo que os den. Estáis avisados, esta lectura os absorberá y querréis saber más. Bailaréis entre el horror gótico y la fantasía a través de cinco capítulos maravillosamente desarrollados que pondrán a prueba vuestra capacidad de Creer. Así, en mayúsculas,,,

“La pena es una amputación, pero la esperanza es una hemofilia incurable: sangras y sangras y sangras. Es como el gato de Schrödinger en una caja que no se puede abrir.”

Empecemos por decir que caí fulminantemente enamorada de Mitchell en el Atlas de las nubes y que aún no he leído Relojes de hueso por dejadez personal, pero estoy segura de que me va a encantar tanto o más que el anterior. Así que este, con una extensión mucho más asequible, fue irresistible para mí.

Nos encontramos con un Mitchell más fácil y accesible que su laberíntico Atlas de las nubes, pero en el que, desde luego, apunta maneras. Sus maneras, en forma de relatos cortos concatenados con un hilo conductor común que nos va desgranando una historia mucho más grande y más oscura.

He leído alguna reseña que recomienda leer esta obra antes de Relojes de hueso, igual he acertado sin intentarlo… Pero desde luego que se disfruta de principio a fin, y que aviso que tendréis que racionar la lectura a menos que queráis darla por terminada en una sentada (algo no muy difícil debido a su corta extensión).

Las cinco historias hacen relación a una extraña casa que solo es visible cada nueve años y por personas muy particulares. La primera de ellas comienza en 1979 y la última es de 2015, y en todas ellas nuestros protagonistas siempre presentes serán los gemelos Grayer, pero el narrador será uno diferente en cada historia.

A través de los cinco relatos conoceremos la historia de la casa y la de un pub cercano que siempre termina, unas veces más y otras menos, siendo un punto de encuentro entre todos los protagonistas antes de adentrarse en la misteriosa e intrigante Slade House.

El ritmo es pausado, casi parece hipnótico porque a través de los relatos hay situaciones repetidas que nos van guiando hacia un final que ya conocemos pero que nos hace tener esperanzas de que esta vez pueda ser diferente. Con terror, trucos, alucinaciones, lenguaje sofisticado y mitología sobre magia oscura.

Es bastante impresionante cómo el autor consigue contar prácticamente la misma historia variando unos pocos elementos, y haciendo partícipe al lector que, después del segundo relato ya sabe por dónde van los tiros, pero se ve incapaz de adivinar cuál y, sobre todo cómo, será el resultado final.

El terror no es obvio excepto porque sabes lo que va a ocurrir y no puedes avisar a cada protagonista del resultado de sus elecciones. Y la historia final, donde todo el misterio se nos desvela, resulta un poco abrumador. Muchos datos, muchas fechas, muchas explicaciones que le restan tensión e intriga.

El final es algo predecible dentro de las novelas de intriga y misterio, quizá esperaba algo más impresionante de este autor tan genial y se ha quedado en algo bastante estándar, pero no por ello complace menos. Lo que queda claro es que Mitchell no cierra ninguna puerta definitivamente…
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