El marino que perdió la gracia del mar

Encontrar nuestro sitio en el mundo a veces puede resultar complicado, ¿no creéis? En la vida muchas veces hay que variar de rumbo, por las circunstancias que sean. Tomar decisiones que harán que vayamos en una dirección o en otra. Muchas veces esos cambios de rumbo ni siquiera los decidimos nosotros, son impuestos por presión social, o por caprichos de la propia vida. Y aunque podemos vivir tranquilos y felices, sabemos que en realidad no estamos completos. Y un día cae el telón y nos damos cuenta que estamos en el camino equivocado, y que lamentablemente no hay vuelta atrás, porque si algo nos enseña la vida golpe tras golpe, es que el tiempo solo corre en una dirección y a toda máquina.

Esta es la esencia que hay en las páginas de este libro. Bueno, esto y muchísimo más, pero a grandes rasgos, es una obra que nos habla del paso del tiempo, de las decisiones que tomamos influenciados por la sociedad, por otras personas, o incluso por falsas esperanzas. En unas 200 páginas, Mishima nos sumerge en todo un universo de sensaciones y reflexiones, desde el sentido mismo de la vida, el amor en lo más íntimo de su significado o los entresijos de la infancia. Todo esto con el Japón de la postguerra y la invasión cultural americana de fondo.

Si destaco algo de este libro por encima de todo lo demás es la prosa de Mishima. Es una prosa ligera que se lee ágilmente y a su vez sumamente poética. El lirismo y la sencillez con la que narra momentos duros o reflexiones despiadadas es sublime, y es que para mí este libro es la belleza del caos.

Este ha sido mi primer acercamiento a la obra del autor, pero ya os digo que no va a ser el último. Mishima ha llegado a mi vida y ha entrado por la puerta grande.