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Este segundo volumen del reboot creado por Miller y Romita Jr. lleva a un joven Clark Kent a alistarse en el ejército y a descubrir los sinsabores y miserias de una disciplina encaminada a proteger y que los autores no dudan en representar con mucho despotismo y violencia. Sorprenden varias cosas en este libro. La primera es la pasividad de Kent ante ciertos tiroteos salvajes (puede entenderse como inmadurez del personaje, o bien como un intento por no revelar su verdadero yo). Esto último contrasta con la tendencia natural que tiene a querer demostrar cuáles son sus habilidades, algo que queda tantas veces manifiesto que resulta chocante que nadie relacione nunca a Kent con Superman. En este punto creía que Miller iba a romper con el absurdo del disfraz clásico de Superman, ya que nunca ha resultado creíble que un tipo se ponga unas gafas y se camufle como lo hace el periodista del Planet. Pero bueno, se verá en el volumen 3 que esto va a seguir siendo así. También llama la atención la facilidad con la que Kent -ya vestido de Superman- se aventura en Atlantis y se enfrenta al señor de los siete mares para ganarse el favor de su hija, una sirena. No entiendo muy bien esta parte. Pocos meses antes era una chaval enamoradísimo de Lana Lang, a quien promete un pronto regreso, y enseguida se enamora locamente de una sirenita que lo obliga a competir con su poderoso padre, en un ejercicio de orgullo y ego que no cuadra nada con el personaje. Si Miller y Romita querían darle un toque más humano a Superman, no lo consiguen con tanta contradicción, máxime porque cuando se supone que el hombre de acero ya tiene a la chica y el enfrentamiento con Poseidón está garantizado, el volumen termina y empieza el 3 en otro lado, como si el arco argumental se diese por olvidado. No obstante, el libro es entretenido y los dibujos muy eficaces, pero sinceramente esperaba mucho más, sobre todo de Miller. |
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