Sigue de pie, pero no lo está. Todo su peso está sobre mí. Todo él. El peso de su cuerpo, sus secretos, sus lágrimas, su dolor, su remordimiento y su pérdida, y me siento como si yo también fuera a hacerme pedazos, porque es demasiado.
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Sigue de pie, pero no lo está. Todo su peso está sobre mí. Todo él. El peso de su cuerpo, sus secretos, sus lágrimas, su dolor, su remordimiento y su pérdida, y me siento como si yo también fuera a hacerme pedazos, porque es demasiado.
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Todo es un infierno ahora, y me lo merezco, pero puedo soportar el dolor si es un dolor que yo misma he escogido.
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En este momento sé lo que me ha dado, y no es una silla. Es una invitación, una bienvenida, el conocimiento de que soy aceptada aquí. No me ha dado un lugar donde sentarme. Me ha dado un lugar donde encajo.
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Vivo en un mundo sin magia ni milagros. Un lugar donde no hay clarividentes ni cambiaformas, ni ángeles, ni chicos sobrehumanos que te salven. Un lugar donde la gente muere, y la música se desintegra, y las cosas son un asco. Estoy tan aplastada contra la tierra por el peso de la realidad que algunos días me pregunto cómo sigo siendo capaz de levantar los pies para caminar.
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En realidad, morir no está tan mal cuando ya lo has hecho una vez. Y yo lo he hecho. Ya no tengo miedo de la muerte. Tengo miedo de todo lo demás. |
La luz del día no te protege de nada. Las cosas malas suceden todo el tiempo, no esperan hasta después de la cena.
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La edad de la inocencia