Historia de principios del siglo XX, religión, misticismo, lugares de poder y energías... Todo esto es lo que el autor entremezcla a lo largo de sus páginas en un intento de que, como lector te pares a reflexionar y consigas despertar tu conciencia. Al empezar a leer nos encontramos en la tarde del 21 de diciembre de 1995, en un enclave tan bello como mágico: el autor nos traslada al Valle de Óvila en Guadalajara, allí donde en su día se erigió el Monasterio cisterciense de Santa María de Óvila. Escrito en primera persona como si se tratase de un diario, nuestro protagonista, Luis Amorós, retrocede en el tiempo hasta la Navidad del año anterior para contarnos su historia. Un viejo pergamino heredado y fechado en octubre de 1933 en el que se menciona dicho monasterio, le hace investigar en la biblioteca y descubrir que fue desmantelado y trasladado a piezas hasta Estados Unidos por un magnate californiano. Con más preguntas que respuestas en su cabeza y queriendo saber que es lo que sucedió, sin dudarlo abandona su vida en Madrid. Comienza así un viaje que hará que su vida y su forma de enfrentarse a ella cambien para siempre. Hay detrás una gran labor de investigación sobre hechos de nuestra historia que yo no conocía: los expolios que se llevaron a cabo durante los años de La Republica en los que se vendieron importantes tesoros de nuestro patrimonio a países extranjeros. Esta es la base sobre la que recorriendo paso a paso su propio camino, nuestro protagonista intentará reconectar con su parte espiritual. Y sobre todo intentará descifrar que significa realmente el perdón. Y todo a través de las múltiples reflexiones que el autor pone en boca de los diferentes personajes: Paco, el gerente del hostal en el que se hospedara, la mujer de éste, Tere y en especial de Mer, una joven que trabaja como guía turístico y será su amiga y finamente maestra. De todas, la que más me han gustado han sido cuando compara la vida con una puerta que debes atreverte a abrir: “eran unos pasos lo que separaban abrir la puerta de las dos ventanas que la custodiaban, una del presente y la otra del pasado”. Con una forma de escribir directa y llena de matices, el autor intenta que abras la puerta de tu mente y lo que es más importante aún: que abras la puerta de tu corazón. La verdad es un libro que me ha gustado bastante sobre todo sí lo lees con calma. Más allá de la historia del protagonista, es un diario que te guía hacia tu yo interior.... Es un libro para leer despacio, poco a poco y pararse a pensar y reflexionar. Creo que si lo lees del tirón, te pierdes ese viaje introspectivo. O al menos esa es mi percepción. + Leer más |