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ISBN : 8437607361
544 páginas
Editorial: Ediciones Cátedra (17/04/2004)

Calificación promedio : 5/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
Con una extraña mezcla de admiración y animadversión hacia Cervantes, Unamuno, tomando el " Quijote " en ocasiones como simple pretexto y sirviéndose en otras de él como de estímulo y fuente de inspiración, logró crear un inspirado ensayo de gran valor literario y filosófico.
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Sermora72
 26 November 2023
No debió haber un momento más duro para don Miguel de Unamuno en el Quijote como el final; y no precisamente por la muerte del héroe, que como todo héroe verdadero muere mártir, sino por la traición que supone a sus ideales. A Unamuno se le conoce como una personalidad de fuertes contradicciones: aparentemente es un respetado profesor universitario, pero en su interior se esconde la sangre de un caballero quijotesco; en su alma transcurre la batalla entre la fe de Dios y el ateísmo más desgarrador y existencialista. Estas oposiciones, que también están presentes en el Quijote, entre el caballero y el escudero; y en don Quijote, entre la locura y la cordura. Es precisamente del choque entre estas contradicciones donde surgen los momentos geniales de dos personalidades tan similares, don Quijote y Unamuno. Semejantes posiblemente porque el profesor salmantino tenía en el caballero castellano a un modelo de conducta y de postura ante la vida. Muy pobre sería la visión del Quijote sin Unamuno, que llevó hasta los últimos extremos la visión romántica que se tenía del personaje. Para Unamuno don Quijote es más que un héroe, es un mártir, un hombre que dio su vida para salvar a los demás, semejante a la figura de Jesucristo, o casi intercambiable. A falta de fe en Dios, que no es constante en Unamuno, sino que oscila, pretende refugiarse en una nueva fe, en una fe quijotesca, por lo que transforma al caballero en profeta. El tratamiento que Unamuno hace de don Quijote no está exento de cierta frustración y de cierto miedo al vacío. Es por ese motivo que Unamuno proyecta un nuevo modelo de vida sobre el caballero. de alguna forma dice que sólo siguiendo los pasos de don Quijote y volviéndonos quijotescos podremos salvarnos del vacío existencialista de la vida. Sin embargo, el juicio de Unamuno es tan subjetivo y parcial que pierde de vista el conjunto del mensaje de Cervantes. Lo que Unamuno lee e interpreta en La vida de don Quijote y Sancho no es el Quijote de Cervantes, sino el Quijote de Unamuno. Poco o nada interesa a Unamuno Cervantes. Unamuno sigue una línea de pensamiento que arranca del drama pirandelliano, y que el propio Unamuno practica en su fantástica Niebla. El pensamiento pirandelliano consiste en considerar que los personajes son superiores a los escritores, es decir, que las criaturas de ficción están muy por encima de sus creadores. En esta visión existe además un cierto resentimiento hacia la figura de Cervantes, que puso a su personaje en tantas desventuras y desdichas. No podía ser de otro modo, porque ridiculizar a las novelas de caballerías, propósito principal de Cervantes, no podía hacerse sin ridiculizar a su personaje; lo cual no quiere decir que en ocasiones no se compadezca de él, y que nos pueda resultar entrañable. Hay un abismo entre la primera parte del Quijote de 1605 y la segunda parte de 1615. El error de Unamuno fue tratar a ambos Quijotes por igual. Su punto de vista se aplica únicamente al Quijote de la primera parte, pero cojea cuando se intenta aplicar al de la segunda parte. En la primera parte sí encontramos un caballero que lucha por unos ideales, incansable a pesar de que siempre recibe palos, porque siempre tiene presente la victoria. En la segunda parte, en cambio, el caballero se vuelve triste y melancólico, porque la derrota se esconde a cada vuelta de esquina. No cabe la menor duda de que el verdadero don Quijote de la segunda parte es Sancho Panza. En él va germinando la semilla de lo quijotesco. Este proceso es gradual, aunque ya está presente desde el primer momento de la segunda parte, desde que Sancho tiene noticia de que sus aventuras están escritas. En la primera parte, como ya se ha indicado, la técnica es algo más rudimentaria, y los personajes se construyen en oposiciones más radicales. Es evidente que don Quijote es el idealismo y Sancho es el realismo, que don Quijote lo caballeresco y Sancho el pueblo. En la segunda parte esto no es así. Tampoco se puede decir que en la segunda parte se inviertan los papeles y que don Quijote sea el realismo y Sancho el idealismo. Esto pasa desde luego al final, con la muerte de don Quijote, pero es un proceso bastante más complejo a lo largo de la segunda parte. Unamuno debería haberse centrado en Sancho, como en el hombre que va adquiriendo una nueva fe, y no en don Quijote, que la va perdiendo.
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