Unamuno tiene un estilo muy particular y puede hacer que, aunque la historia te enganche, no lo haga la forma en la que la narra. Eso ocurre también con «Niebla», donde se atreve incluso a jugar con el lector haciéndole creer que el narrador es uno cuando en realidad es otro. Otro juego por parte del autor es el que lleva a la duda sobre lo que es realidad o ficción tanto dentro como fuera del libro. En mi caso, esto es lo más reseñable del libro. Particularmente, el final me deja con mal sabor de boca al encontrarme con una historia que resulta irrelevante. |