Niebla

Como la ciencia más difícil que hay es la de conocerse uno así mismo.

A los despreciados se nos debe dejar el que nos consolemos los unos con los otros.

Hay ocasiones en que las peores ofensas son esas que se infligen sin intención, según se dice.

Hay lagrimas que refrescan y desahogan y lágrimas que encienden y sofocan más.

Pero acaso no hay nada más malicioso que la inocencia, o bien, más inocente que la malicia.

Pues porque a la gente le gusta la conversación por la conversación misma, aunque no diga nada. Hay quien no resiste un discurso de media hora y se está tres horas charlando en un café. Es el encanto de la conversación, de hablar por hablar, de hablar roto e interrumpido.

¿Qué es el mundo real sino el sueño que soñamos todos, el sueño común?

O no es acaso que a medida que los corazones más se unen, más se separan las cabezas.

Los hombres no sucumbimos a las grandes penas ni a las grandes alegrías, y es porque esas penas y esas alegrías vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños incidentes. Y la vida es esto, la niebla. La vida es una nebulosa.

El azar es el alma de la poesía.