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Carlos Manzano de Frutos (Traductor)
ISBN : 8417007202
144 páginas
Editorial: Libros Del Asteroide (11/09/2017)

Calificación promedio : 3.75/5 (sobre 4 calificaciones)
Resumen:

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Críticas, Reseñas y Opiniones (3) Añadir una crítica
Ros
 16 August 2022
Una historia real, una historia de amor que comienza con un flechazo, como muchas historias de amor. La mía propia, lo confieso, también fue así.

Pero hasta aquí el parecido, lo demás ya no tiene nada que ver con mi situación. La locura, el dolor, la autodestrucción de una relación como la que encontraremos en el libro, ya se aleja de mí. ¡Menos mal!

Me he leído este libro rápidamente, ya que es muy corto, aunque también va creciendo en intensidad y no puedes dejar de leer.

Vamos a encontrar todos los ingredientes de una relación amorosa intensa, fuerte, pero a la vez mezclada con el dolor y el placer, la crueldad y la fascinación, la responsabilidad y también la culpa, el sexo apasionado y la dependencia… No falta de nada. Es una montaña rusa.

Es una historia autobiográfica a modo de un libro de memorias, en el que el autor escribe sobre la relación que mantuvo con Sylvia Bloch, su primera esposa, en los años sesenta. Ya sabemos el por qué del título de la obra.

Cuando él la conoce, tiene veintinueve años y Sylvia tan solo diecinueve, aunque el libro no fue publicado hasta 1992.

Desde el momento en el que se conocen en casa de una amiga, en el barrio bohemio de Greenwich Village, surge entre ellos una pasión que muy pronto llegará a convertirse en una locura autodestructiva y que tan solo en unos cuatro años de relación, vemos como ese amor tan adictivo se ha convertido en una experiencia tormentosa y desgarradora.

Un joven aspirante a escritor, el autor y protagonista, deseoso de escribir relatos en aquellos bulliciosos años sesenta, también nos retrata a la vez que su íntima y desgraciada relación, el ambiente del New York del momento.

Eran los años donde encontramos a Elvis Presley, Allen Ginsberg, Malcom X, Fidel Castro… cine y jazz. Un retrato espléndido y fascinante de New York y un retrato de la intimidad que vivió con su pareja, narrado pormenorizadamente, insertando los fragmentos de su diario, que iba escribiendo en aquel momento.

Un libro que deja huella por la dificultad que entraña vivir una relación conflictiva que desembocó en la tormentosa destrucción amorosa.

Desde las primeras páginas, me he sumergido de lleno en esta atmósfera caótica de la pareja, donde se respira violencia, dolor, enfrentamientos, pasión, hostilidad y el deterioro que te va llevando a la tragedia inevitable, ya anunciada .

El comportamiento enfermizo de Sylvia, los terribles celos y esas tremendas peleas llevadas a límites imposibles de mantener hasta llegar a la explosión final, sin remedio.

Un libro de sentimientos y emociones fuertes, una obra muy intensa y dura donde descubrimos la desnudez sentimental de los protagonistas, una relación altamente enfermiza y destructiva, una tragedia desgarradora que cuando terminas de leer te puede invadir la tristeza.

Sin embargo, para mí, una gran obra, escrita de forma clara, sencilla y directa que te dirige a la destrucción amorosa que él vivió.
Una historia de amor real de dependencia y tormentosa pero al mismo tiempo fascinante.

Sylvia, ese es el título del libro y Sylvia , ya lo hemos dicho, es la primera mujer del escritor.
Son una pareja en la que surge el amor a primera vista, no hay, pues, relación previa ni conocimiento suficiente del otro, que nos explique y nos de cuenta de a qué persona estamos conociendo ni de qué persona, sin poderlo evitar de ninguna de las maneras, nos vamos a enamorar y además profundamente.

Hay parejas que prácticamente tienen asegurado el fracaso relacional. aunque la pasión permanezca fuerte y solvente como en los primeros tiempos de su relación.

Este tipo de relaciones cáusticas, tormentosas y destructivas son más frecuentes de lo que podemos llegar a pensar.
Se tratará, a todas luces, de una pasión muy cercana al desvarío, a la locura. Podemos hablar de amor “fou”.

Una lectura que engancha desde las primeras páginas, escrita con una prosa muy precisa. Huye del sentimentalismo fácil y además es una auténtica radiografía de aquellos años de New York y del ambiente de Greenwich Village .

Y a pesar de todo lo expuesto, es altamente recomendable.
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rafaperez
 18 September 2022
Prólogo.
¿Virtud o defecto?
Ciencia inexacta, generalmente prescindible, y como en este caso, un desacato.

Alan Pauls se quedó muy a gusto cagando la nouvelle de Michaels. No se le ocurre nada mejor que en su introducción "orientativa" contarnos el final del libro.

¿Sería en defensa propia, dar muerte al prologuista? ¿Algún abogado en la sala? Ganas no me faltan.

Así que, buen lector, ni lo ojee hasta que finalice el libro.

Del autor siempre he leido relatos, tenía ganas de ver como se desenvolvía en algo más largo, y aunque un texto autobiográfico siempre está demasiado encorsetado, la experiencia ha sido grata.

Sylvia me recuerda casi con espantosa exactitud a mi primer "amor oficial" de larga duración.
Una relación tormentosa, asfixiante y extremadamente tóxica, al punto que dan ganas de apretarle los huevecillos al paciente Leonard Michaels para que de una patada en el trasero envíe a su esposa a Marte sin billete de vuelta.

¡¡Qué bien se ven las cosas del sofá!!

Aunque no es un texto amable, la forma sencilla y directa del estadounidense logra atraparte en una historia claustrofóbica.

Al margen de la relación, el autor nos da pequeñas pinceladas del ambiente de Nueva York y sus años 60 y aun a pesar, de ser escrita 30 años después, la narración no lo sufre, pareces deambular por el más rabioso presente.

Michaels demuestra que hay vida después de Faulkner, Salinger o Hemingway. Muchos de sus contemporáneos no tuvieron demasiada relevancia más allá de su charco. Calidad sobraba, incluso mejoraban a los presentes.

Confieso que toda esta camada de escritores en mi época universitaria me flipaban y hoy, con las hormonas domesticadas (eso que algunos llaman madurez) se saborea de forma distinta.
Muy buenos en ambos casos.

Memorias sin censuras ( que sepamos) donde la agilidad está en la pluma y la intensidad en lo narrado.

Ni lo mio ni lo de Michaels tiene ya remedio, pero si te encuentras en una relación así ahora mismo, acaba con ella cuanto antes.

¿ Habrá algún lugar en el mundo donde Sylvia y mi séptimo círculo se junten?
Menudo infierno.

No apta para aquellos que se desesperan con las relaciones tóxicas.
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Guille63
 17 March 2023
Podríamos hacer una encuesta con el fin de averiguar cuántos de por aquí saben positivamente al primer vistazo quién puede ser o no una pareja futura, si es más fácil saber que sí o saber que no, si las parejas que de tal modo empiezan son más duraderas, si el sentimiento que las une es más fuerte que el de aquellas parejas con las que la cosa se va sucediendo de a poco. El autor y protagonista de esta historia es de los que lo supo al instante —”La cuestión de qué hacer con mi vida en los cuatro años siguientes quedó resuelta”—, de los que se vio superado por su amor, de los que nunca podremos averiguar si su relación o su sentimiento pudo durar toda la vida. Solo nos es dado saber lo que siente de todo aquello 30 años después.

“Qué inasible es la vida! Solo revela sus rasgos en el recuerdo y la inexistencia” Adam Zagajewski (cita que abre la novela)

Uno de los atractivos del relato es el morbo que provoca ser testigos distantes de un desastre matrimonial de tal intensidad, como si de unos vecinos escandalosos se tratase, más aplicamos el oído cuánto más desagradable es la situación que oímos, más nos atraen sus protagonistas cuanto más nos irritan sus comportamientos. La pareja que forman Sylvia y Leonard parece tener como único fin dar la razón a Doris Lessing cuando decía aquello de que el vínculo más estrecho que une a hombres y mujeres es el sufrimiento que mutuamente se causan. Pues bien, aquí el vínculo no pudo ser más fuerte, pero es que Sylvia, señoras y señores, estaba completamente loca.

“Estoy sin trabajo, sin trabajo, sin trabajo. No he publicado nada. No tengo nada que decir. Estoy casado con una loca.”

Habrá quien diga que no era locura, que lo suyo era sentir la vida con mucha intensidad, que solo era el reflejo de una época, el espíritu de unos tiempos, del jazz abstracto, de las películas de Antonioni, de las fotografías de Diane Arbus, del universo Ginsberg-Kerouac, del jugueteo con las drogas, con las relaciones sexuales extremas y/o sórdidas, con el abismo…“Qué triste, apasionante o extraño era vivir en los sesenta.”

“Willy trabajaba dos o tres días a la semana de asistente social en un programa de desintoxicación de drogas para estudiantes de bachillerato. Los fines de semana, se ganaba un dinero extra vendiendo heroína y compartía los beneficios con un grupo radical de Ann Arbor. Willy no tenía ideas políticas, solo estaba tremendamente irritado. Caía bien a los radicales. En su silencio oían lo que querían oír.”

Paparruchas, excesos de velocidades aparte, Sylvia estaba como una regadera, ella lo sabía muy bien, y Leonard… Leonard… uufff, se me hace muy difícil entender el cuelgue de Leonard. Desde luego, no fue alguien que no supo expresar su amor o que no supo cómo salvar a su pareja de sí misma, estas no son cosas que podamos echarle en cara, aunque él si lo hiciera.

“Yo no me consideraba una persona bastante buena, mientras que ella era un mecanismo excepcionalmente precioso cuyos engranajes habían resultado brutalmente alterados por el dolor. Este le daba acceso a la verdad. Si Sylvia decía que yo era mala persona, tenía razón. Yo no entendía por qué, pero se debía precisamente a que era malo, la maldad me cegaba…Eran iluminaciones exaltadas, momentos de gracia perversa, no manifestaciones de locura.”

Quizá, pensando muy mal —en su prólogo Alan Pauls creo que también lo apunta—, mantuviera la relación, consciente o inconscientemente, como medio de autoconocimiento e incluso como forma de acumular material literario.

“Yo consignaba nuestras peleas en un diario secreto, porque cada vez me veía menos capacitado para recordar cómo habían comenzado. Primero había un insulto inadvertido y después una irritación desproporcionada. Me desconcertaba no saber por qué ocurría así.”

O quizás, y pensando algo menos mal, el tío disfrutaba con todo ese dramatismo, con toda esa desmesura, con todo ese castigo que recibía en su particular infierno privado.

“Te disculpas por estar vivo, por no estar enfermo, por no ser físicamente deforme, por no estar económicamente tan mal como otras personas. No sé por qué me he disculpado, tal vez por el amor que he profanado al no creerme el dolor de Sylvia. Me he sentido totalmente sincero, al disculparme, al besarla. Ha sido muy, muy delicioso, creo yo.”

En fin, lean la novela, la locura de Sylvia (qué pena no poder conocer su versión de los hechos) y la “paciencia” de Leonard son absorbentes, y créanme, se lee en un par de ratos lamentando la pausa que hay que hacer entre ambos.

“El tiempo estaba fracturado, no había causa y efecto y ni siquiera una cosa llevaba a otra. Como en una metáfora, una cosa era otra. Mientras reñíamos con odio, yo quería follar y ella también.”
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Las críticas de la prensa (1)
ElPais15 February 2018
¿Que qué vas a encontrar en este libro? Pues amor loco, relaciones rotas y futuros desdibujados, entre otras cosas...
Leer la crítica en el sitio web: ElPais
Citas y frases (1) Añadir cita
RosRos16 August 2022
Ella siempre había estado en lo cierto y yo siempre había estado equivocado. Yo la amaba. No podía vivir sin ella. Ella lo había demostrado y me había convencido Yo sería lo que ella quisiese. Haría lo que ella deseara y eso sería también lo que desearía yo.
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