Las doncellas

Era una lección de perdon, y no puntual, sino constante.

Todo el mundo puede erigirse en héroe de su propia historia. Así que tengo derecho a ser el héroe de la mía. Aunque no lo sea.

Los oráculos coinciden, para vencer al enemigo y salvar la ciudad... ha de sacrificarse una doncella, una doncella de noble cuna...

El concepto de «psicópata» lo acuñó un psiquiatra alemán en 1888 —el mismo año que Jack el Destripador aterrorizó Londres—, uniendo dos raíces griegas para formar el alemán psychopathisch, que venía a significar «sufrimiento del alma».

Cuando Deméter perdió a su hija en Eleusis, sumergió el mundo en una oscuridad invernal hasta que Zeus se vio obligado a intervenir y permitió que Perséfone regresara de entre los muertos seis meses al año, los cuales se corresponden con la primavera y el verano. Los otros seis meses reside en el inframundo, de ahí el otoño y el invierno. Luz y oscuridad, vida y muerte. El viaje que Perséfone realiza continuamente entre la vida y la muerte dio lugar al culto de Eleusis.

Al fin y al cabo, todo el mundo puede erigirse en héroe de su propia historia. Así que tengo derecho a ser el héroe de la mía. Aunque no lo sea.

"Es mejor haber amado y perdido que no haber amado jamás"--- Tennyson

Se había quedado sin habla. Sabía que era más fácil enfrentarse a la ira que a la tristeza, pero ella, que tenía una sensibilidad tan fina para percibir las emociones, no captaba tristeza algúna. Allí no había duelo, ni pesar, ni sentimiento de pérdida. Solo desden. Solo desprecio.
Era extraño, cuando un grupo cómo ese se enfrentaba a un ataque exterior, solía cerrar filas, unirse, afianzarse más, pero a Mariana le daba la impresión de que la única persona del Saint Christopher’s que había expresado una emoción real por la muerte de Tara, o de Verónica, era Zoe.

Le asustaba la facilidad con que podrían no haberse cruzado siquiera. ¿Y entonces qué? ¿Cómo habría sido su vida? ¿Mejor… o peor?

—He pensado que hoy sería una buena idea hablar, entre otras cosas, de lo liminal en la tragedia griega —empezó—. ¿A qué me refiero con lo de «liminal»? Bien, pensad en Antígona, obligada a escoger entre la muerte y la deshonra; o en Ifigenia, preparándose para morir por Grecia; o en Edipo, quien decidió vagar ciego por los caminos. Lo liminal se suspende entre dos mundos, en la frontera que nos define como humanos, donde nos vemos despojados de todo, donde trascendemos esta vida y continuamos sintiendo. Cuando las tragedias funcionan, nos permiten vislumbrar lo que se siente en esa frontera.