Sentí que algunas cosas de la tierra no se pueden separar, y como repasé en mi mente el simple destino de Zwakh, me pareció de repente espectral y monstruoso que un hombre como él, aunque había recibido una mejor educación que sus antepasados, de repente pudiera regresar a sus raídas marionetas, para una vez más recorrer las plazas y hacer que los mismos muñecos con que habían ganado el parco sustento sus antepasados realizaran sus torpes movimientos y representaran esas historias soporíferas. Comprendí que era incapaz de separarse de ellas; ellas vivían de su vida, y cuando él estaba lejos de ellas, se transformaban en pensamientos, moraban en su cerebro y le volvían loco hasta que regresaba. De ahí que les tenga ahora tanto cariño y las vista, orgulloso, con lentejuelas. |