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Crítica de Ros


Ros
12 November 2022
Una gran lectura, me ha gustado mucho aunque es también estremecedora. Pero tiene algo muy importante para mí, y es un canto a la libertad.

La autora, una escritora catalana que siempre da voz a los excluidos y a los más desfavorecidos, como en esta novela, en la que alza su voz para metafóricamente, proponernos la colectividad como forma de afrontar los desafíos que en todo momento la sociedad exige.

Nos situamos en un territorio recóndito, bastante aislado, en el sur de una España rural donde encontraremos a una protagonista muy especial, vive prácticamente retirada y cuya única compañía son sus dos perros y un trato ocasional con el cura y dos inmigrantes, un senegalés y un ucraniano, muchos recuerdos y grandes secretos familiares.

Ángela o Angie, nombre procedente de los años en que vivió en Londres, también es conocida por la Marota por los lugareños, porque es de la familia de los Marotos y es la protagonista de una historia potente, también ella lo es, un personaje que no podrás olvidar pero es inseparable del paisaje que se describe con toda su grandeza y también su aspereza, percibimos los colores, los olores, los sabores, los ruidos , sentimos el frío, el viento, la lluvia, el sol, el calor.

Ella es la narradora, que con cincuenta años ha regresado al pueblo andaluz de sus padres ¡Todo es tan intenso!.

Si viven o han vivido en el campo o en un pueblecito pequeño las sensaciones se multiplican.

Es una historia que avanza poco a poco y cada vez, nos surgen nuevas incógnitas, nuevos descubrimientos que también así, paso a paso, se van mostrando e iremos conociendo con más profundidad a los personajes que pululan alrededor de una protagonista que no responde a las pautas impuestas por la sociedad, es libre y vive como le gusta en una soledad elegida.
Y por todo ello, los vecinos del lugar la consideran una loca y cuchichean a su alrededor.

Vivió en Londres en su juventud, cometió las imprudencias y excesos propias de la edad, se enamoró, fue feliz y también desdichada. Y todo ello serán los recuerdos que la asaltarán melancólicamente junto a las vivencias actuales que la absorberán a partir de la muerte de un poderoso terrateniente don Julián Jaldón, dueño y señor de la extensa finca de las Breñas, junto a su casa. Sin embargo, sabremos también a quién pertenecieron esas tierras.

Es por tanto, la aparición del amo muerto lo que pondrá en marcha toda una historia cargada de secretos e historias y de las que será muy difícil salir libre y sin daños.

Después de haberlo intuido , lo sabemos, nunca se sale de un lugar para regresar siendo exactamente el mismo o la misma, ese es precisamente el caso de Angie. Partió desde un pequeño y español pueblo de Andalucía, para poder beber de aguas de un manantial libre y salvaje, Londres será su destino. Allí mirará y comprenderá qué es la europeidad moderna y cosmopolita.

Allí vivió , trabajó , se enamoró y sorteó las costuras de la gran urbe para poder salir, no, sin una notable lista de daños, hacia el regreso, hacia el acogimiento de lo más pequeño, de lo conocido, de lo que quizá pensó que podría servir de capa que la cubriera y la protegiera.

Regresó, pues, a ese pueblo español, pequeño, a la antigua casa familiar de El Hachuelo, con nudos tradicionales y antiguos.
Los juicios, las murmuraciones, el sentirse despellejada por los más conformistas y por su abundante hegemonía, no conseguirán domar ni mermar a la mujer que acaricia y vive con sus perros.

Nadie frenará su ímpetu ni su interés por sacar de la oscuridad cuantos interrogantes se le puedan ir presentando en esta gran historia, que es la suya y la de su familia.

Lo que aconteció en el pasado, lo que está velado, lo que está oculto, lo que esconden los secretos, tienen que ser conocidos, los motivos y sus intenciones deberán abrirse paso hacia la verdad, aunque sea descorazonadora.

Mirar, ver y sentir para comprender. Esa parece que va a ser la misión de Angie en un pueblo pequeño de España en Andalucía.

Angie vive con la compañía de sus recuerdos, de sus perros y sobre todo recogiendo en su cerebro cuantas informaciones va recibiendo de algunas personas del lugar, que conocieron su historia familiar, muy diferente a la que creyó conocer.
La madeja inicial se va soltando, se va permeando, se va esponjando, se va alejando de su compacto inicial.

Angie ya sabe cuáles son las intenciones de las hermanas Jaldones, una vez muerto su hermano Don Julián. En esa medida, siente que tiene que reaccionar y lo hará de una manera totalmente sorprendente, pero… aquí me quedo.

Sólo me resta añadir que en la novela también hay una profunda y transparente mirada hacia los suicidios. Sin embargo, y precisamente, es lo que nos invita a la reflexión.

Es un insospechado descubrimiento. Y un punto final totalmente inesperado.

En cuanto al lenguaje utilizado, vemos que, deliberadamente, la autora nos presenta la historia dotándola de un léxico del lugar, pero rico, muy preciso y pertinente en relación a las exigencias del propio relato.

Una excelente novela que recomiendo absolutamente. Gran lectura.
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