¿Pues sabes qué? ¡No me interesan! Ya te lo dije. ¡Mi vida la decido yo! Quédate tu casa, tu título y tu dinero. Lo único que me importa es mi trabajo y mi apartamento alquilado, mi pequeño mundo. El tuyo me viene grande y jamás me ha gustado.
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¿Pues sabes qué? ¡No me interesan! Ya te lo dije. ¡Mi vida la decido yo! Quédate tu casa, tu título y tu dinero. Lo único que me importa es mi trabajo y mi apartamento alquilado, mi pequeño mundo. El tuyo me viene grande y jamás me ha gustado.
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Cuando Brenda quiso interpelarle, el selló sus labios con un beso suave y un cálido apretón de hombros. —Sé feliz y realiza tus sueños, Bren. Después se había ido y no volvieron a verse. |
La edad de la inocencia