El efecto Marcus

El efecto Marcus es la quinta entrega protagonizada por el inspector de policía Carl Mork y el Departamento Q, cuya especialidad son los crímenes sin resolver que han sido archivados. Él y su equipo reabren los casos para volver a investigarlos, partiendo desde cero. Pero en esta historia vamos a encontrar un cambio con respecto a anteriores publicaciones, porque el protagonista no será ninguno de los integrantes del Departamento Q, sino un joven llamado Marcus.

Otoño de 2008. En un remoto poblado bantú se produce el asesinato de la persona encargada de gestionar un proyecto danés de ayuda al desarrollo. Alguien ha estado desviando fondos que le correspondína a un grupo tribal, para asegurar su futuro en la jungla, y se ha estado lucrando. Pero la víctima, antes de morir, logra enviar un sms en clave al jefe del negociado de la Oficina evaluadora de Ayuda al Desarrollo. Comienza a morir gente por culpa de esta estafa.

Otoño de 2010. Marcus Jameson es un talentoso carterista de quince años. Pertenece a un clan rumano, una red criminal que obliga a sus jóvenes miembros a mendigar y a cometer delitos menores y está liderado por un personaje prepotente, sin escrúpulos. En el fondo de su ser, Marcus aborrece su modo de vida, por eso cuando se entera casualmente de que el jefe de su grupo tiene unos planes más perversos para él, huye sin demora. Pero al escapar se convierte en un peligro para todo su clan porque puede denunciarlos. En su huida, y por accidente, termina escondiéndose en un zulo en el que descubre un cadáver. al ser un inmigrante ilegal, Marcus no quiere ir a la policía en busca de ayuda, por lo que estará toda la novela huyendo de sus perseguidores, que no serán pocos. Vivirá en un estado de alerta permanente, desconfiando de todo el mundo. El joven tratará de insertarse en una sociedad xenófoba, tan solo desea pasar desapercibido para poder labrarse un futuro digno y honesto.

En El efecto Marcus nos encontramos varias subtramas que componen una compleja estructura y aparentan no tener conexión ninguna entre sí, pero que finalmente acabarán confluyendo en un final correcto, aunque en mi opinión no del todo perfecto porque ciertas decisiones tomadas por Carl no me han convencido, al ser incoherentes. Su autor le ha dado mayor protagonismo a la constante huída de Marcus y a la corrupción financiera en detrimento de las investigaciones llevadas a cabo por el departamento Q. Las persecuciones y evasiones de Marcus se convierten en un bucle que parece no tener fin. Eso, unido a que dichas situaciones se tornan, en ocasiones, rocambolescas, llegaron incluso a desvirtuar la historia. Toda esta parte del libro se me hizo aburrida y tan solo deseaba ver en acción a Carl Mork y a Assad e internarme un poco más en sus inquietudes y secretos.

En esta novela se entremezclan la investigación del caso con la vida personal de Carl. Los personajes principales están perfectamente definidos y tenemos en Carl al típico policía de novela negra, que continúa en su línea pero anímicamente no está bien. No pasa por su mejor momento personal porque una relación, en la que tenía puestas todas sus esperanzas, no llega a cuajar del modo que él esperaba. Además, su jefe más inmediato se jubila y se encontrará bajo las órdenes de su peor enemigo. Assad, que es el personaje más basto que me he echado a la cara, cuando quiere es tremendamente dulce y emociona con su comportamiento. Adoro esta dualidad y sus diatribas sobre camellos.

El efecto Marcus se encuentra dividida en un prólogo y un total de 44 capítulos en los que se alternan los diferentes hilos argumentales. No cuenta con una trama lineal cronológicamente porque contiene continuos saltos en el tiempo, diluyendo la tensión narrativa, de ahí que su ritmo no sea constante. Hay momentos en que la narración se torna densa y su ritmo pasa a ser de lentitud funeraria. Escrita con una prosa clara y concisa, su narrador es omnisciente y nos mostrará los diferentes puntos de vista de todos sus personajes.

En resumen, El efecto Marcus es un thriller en el que todo gira en torno a la codicia y la corrupción de gente sin escrúpulos que desvían fondos gubernamentales para ayuda en países subdesarrollados. Una nueva entrega del Departamento Q que no debes perderte para continuar conociendo a los personajes tan peculiares que lo conforman.

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Lo peculiar de esta serie y uno de los factores que me engancharon a ella fueron sus personajes, sobre todo Carl, un inspector atípico, vago hasta lo intolerable, pero a la vez íntegro y sagaz, que una vez que un caso le llama la atención no parará hasta desentrañar todos los secretos; unido a unos personajes llenos de matices y secretos, los cuales el escritor va descubriendo con cada nueva entrega. Pero en este caso la personalidad de mi gran amigo Carl está en cierto modo desvirtuada y apagada con respecto al resto. Es como un accesorio, alguien que pasaba por allí. A penas se le ve involucración en los casos, tan solo preocupado a cual de las dos chicas llamará primero. Son un cúmulo de casualidades, así como el resto de sus ayudantes los que van resolviendo el caso, lo que como suponéis me supuso una gran decepción.

Podríamos decir que el peso principal recae sobre Marcus, un chico que en principio está al otro lado de la ley y al que todo el mundo busca y casi ninguno con buenas intenciones. Me ha parecido interesante esta parte en la que descubrimos una familia atípica dedicada a la mendicidad, gobernada por un hombre que solo busca su propio interés. Por otro lado tenemos el caso de corrupción y de modo casual ambas historias confluyen en una. Cabe decir que la investigación también ha perdido algo de fuelle con respecto a sus predecesoras, sin esos matices y giros truculentos en los que tan bien se desenvuelve Jussi. Este es interesante pero más light, sin demasiado gancho para el lector.

Se han producido cambios en la comisaria y uno de ellos será un nuevo miembro al que obligan a Carl aceptar en el sótano, donde lleva a cabo su trabajo el departamento Q. No entiendo muy bien el motivo de este fichaje ni como ha desarrollado la personalidad del mismo. Es un tipo que carece de interés y en principio algo estúpido.

Como habréis podido ver existen diversos factores que me han amargado, en cierto grado, la lectura de esta serie que por otro lado recomiendo a los amantes de las novelas policíacas. Ésta tal vez no sea la mejor de todas, aunque sigue siendo entretenida con casos imaginativos. El escritor va alternando entre las investigaciones del departamento Q y el desarrollo de los acontecimientos al otro lado de la ley, conociendo al pequeño Marcus y esa vida dedicada al robo y al pillaje, esclavizado por aquellos que supuestamente son su familia. Una historia que va mejorando a medida que avanzamos en ella. En conclusión, un reencuentro agridulce con mi amigo Carl, pero al que le seguiré la pista en la siguiente entrega.


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El efecto Marcus es una obra del autor danés Jussi Olsen. Esta es una serie que, según tengo entendido se pueden leer los libros salteados, es decir, que no tienen un orden cronológico. Se trata sobre Los Casos del Departamento Q.

En esta ocasión (es el único libro que he leído de ellos) la historia trata sobre una gran estafa que tienen entra manos personas con mucho poder. Personas que con solo chasquear los dedos puede mandar a matar a quien sea, pobre del que se interponga en sus caminos.

La estafa consiste en mandar una gran cantidad de dinero a una “causa benéfica” a áfrica. Dinero que por supuesto nadie controlaría, puesto que la gente encargada de rendir cuentas serias asesinadas… sin ellas, ¿Quién se encargaría de ver si el proyecto iba bien? Solo necesitan informes falsos, que cualquier idiota se lo tragaría.

Sin embargo hay gente que es más despierta. Los que llevan a cabo esta estafa saben que estos individuos, como lo es William Stark, podría descubrirlo todo y arruinar los planes. Gente como esa es necesario eliminarla sin piedad.



Willian sospecha, he incluso cuando lo mandan a un viaje a averiguar sobre su amigo desaparecido en áfrica, sabe que algo malo le podría pasar. A penas se libra de la vigilia del imponente Mbomo que con solo un puñetazo podría matarlo, sale en el primer vuelo de vuelta a casa sin avisar a nadie.


Luego pasamos a Marcus, un chico que tiene la mala suerte de pertenecer a una pandilla en donde los más grandes se aprovechan de los más pequeños, incluso tanto así, que son capaces de mutilar a alguien, con tal de que la gente le dé más dinero cuando estos mendigan y piden en la calle.

Algunos ya están grandes, por eso consiguen menos que otros, tal es el caso de Samuel, que su aspecto hace que la gente le tenga menos compasión. Lo que significa que Zola, (el líder y tío de Marcus) no se lo perdonaría. Recibiría una paliza.

A Marcus esto le causa tristeza y le da algo de su recaudación a Samuel. Sin embargo, esto no logra nada. Samuel recibe una paliza.

Con el pasar de las páginas, se rebela que Zola, quiere que Marcus “tenga un accidente” que no lo mate, pero sí que no le impida escapar.

Marcus escucha esto y descubre que Samuel fue un traidor. Mintió sobre él y encima le causa problemas.

Marcus escapa de aquel infierno por los pelos. Todos lo perseguían, con Samuel liderando la cacería.

Nuestro protagonista logra esconderse en medio de la noche en un lugar pestilente y blando, en medio de los árboles. Pronto descubriría que aquel olor provenía de un cadáver. Un cuerpo putrefacto le había salvado del perro de Zola.


Zola se verá solo, enfrentándose a la sociedad solo, con aquella duda ¿de quién habrá sido aquel cuerpo? Sin darse cuenta, que todo es mucho más grande de lo que cree.

Marcus se verá involucrado en una investigación que podría acostarles la vida a algunos.
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Cuando empecé a leer este libro y leía por todo lo que estaba pasando Marcus, no pude evitar acordarme y de encontrar similitudes con la película Slumdog millionaire. Los dos protagonistas son expertos ladrones que trabajan para alguien más, que los obliga a hacer todo eso y sino sufrirán las consecuencias.
Marcus está creciendo y ya no resulta tan “cute” como para mendigar y entonces a Zola (su “dueño”) se le ocurre mutilarlo para que dé más lástima y así la gente le dé más dinero. Suena asqueroso que una persona pueda llegar a hacerle eso a otra, pero la realidad es que existe, y de solo pensarlo que bronca te hace dar.
Marcus logra escaparse y ahí es cuando empieza todo. Para empezar, cuando escapaba y se escondió encontró un cadáver, que tiempo después descubrió quien era en realidad. Y luego debe permanecer oculto y tratar de sobrevivir porque es buscado por Zola y por todo su séquito a los que les ha lavado el cerebro. Pero resulta que el asunto es mucho más grande, hay millonarios involucrados, ex niños soldado, malversaciones de fondos, corrupción, asesinos a sueldo, etc.

Marcus logra escapar porque es un adolescente muy inteligente y autodidacta, nunca fue a la escuela, pero sabe 3 idiomas gracias a sus visitas frecuentes a la biblioteca.
Aunque este libro sea la quinta parte de una serie no hay problemas en comprender lo que está sucediendo. Solo no comprendí lo que le había sucedido a dos personajes, que supongo se contó en libros anteriores, pero es una trama secundaria así que no hay problema con eso.
La lectura es ágil, no tiene vocabulario complicado, excepto por algunos nombres, ya que esta novela está ambientada en Dinamarca, pero más allá de eso no hay problemas.

Un personaje que me gustó mucho fue el de Assad, porque siempre tenía dichos de camellos para decir, dependiendo de la situación en que se encontraran, y a veces no lograba entender los dichos de Carl ya que no era originario de Dinamarca.

El efecto Marcus es una novela que me ha gustado mucho, tiene intriga, persecución, organizaciones criminales que van desde Dinamarca hasta la selva africana y que no podés parar de leer hasta no saber que será de Marcus y como escapará de Zola y su séquito.
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Este número de la serie me ha gustado menos que los anteriores. Está entretenido.
Nuestro trío de personajes siguen resolviendo casos que permanecían en el olvido o sin resolver por falta de pruebas.
Pero ahí están el misterioso Assad (cómo llegó a la comisaría y las relaciones que mantiene con los altos mandos siguen siendo todo un enigma), Rose, que no hay nada que se le resista, y el comisario Carl Morck, al mando de este Departamento Q.
Me gusta mucho ver cómo maduran y evolucionan los personajes a lo largo de la serie y meterme de lleno en su vida privada y relaciones interpersonales.