Original e ingenioso relato que a pesar de su brevedad y aparente simpleza, puede dar lugar a muchas interpretaciones, sobre todo filosóficas, porque contiene una buena dosis de carga simbólica. ¿Existencialismo? ¿Literatura del absurdo? Dejando a un lado las conclusiones que pueda extraer cada lector, el relato se hace interesante por el insólito personaje de Bartleby que trae de cabeza a su jefe y tiene desconcertados a sus compañeros por su negativa a efectuar cualquier tarea que se le encomiende. Bartleby es un enigma y su extraña e incomprensible actitud consigue despertar el interés y la curiosidad del lector que querrá saber a qué se debe su comportamiento. Pero dejar todo el protagonismo al nuevo escribiente sería injusto; el abogado narrador de la historia es también un personaje singular por su generosidad, su compasión y sobre todo por su ecuánime actitud, del todo inusual en un jefe que se enfrente a una situación similar. Con una prosa cuidada, elegante y precisa, el relato se lee en un suspiro y aporta más de lo que en un principio, dada su corta extensión y sencillez, pudiera parecer. Su lectura deja un sabor un tanto agridulce y más interrogantes que respuestas; y si por un lado resulta cómico y divertido -hay momentos muy graciosos, como cuando el abogado y los demás empleados advierten que también ellos han empezado a utilizar con asiduidad el verbo "preferir"- por otro se muestra desesperanzador y amargo. Con pocos pero acertados trazos, los personajes se dibujan de forma clara y la adecuada descripción de los ambientes traslada al lector de manera eficaz a ese despacho de abogados de Wall Street cuyo sosiego se ve alterado por la llegada del peculiar personaje de Bartleby. Mención aparte merece la cuidada y atractiva edición de Alianza Editorial dentro de su colección Libros Singulares. Se trata de una edición de grandes dimensiones con elegantes y clásicas ilustraciones de Stéphane Poulin, y si bien no resulta fácil su lectura en cualquier lugar, el gran tamaño de la letra es un aliciente a tener en cuenta. Por sus especiales características, lo veo el típico libro ideal para regalar a un buen lector que sepa apreciarlo. Un clásico siempre es un acierto y si además viene ilustrado con tanto gusto la apuesta ya es del todo segura. |