Existe solo el presente, y solo se sabe lo que se recuerda… Pág. 19. |
Existe solo el presente, y solo se sabe lo que se recuerda… Pág. 19. |
La fuente del conocimiento debe ser la experiencia, el mundo, la vida. Los libros por supuesto, son esenciales, porque nos ponen en contacto con los hombres valiosos de otras épocas, pero no pueden reemplazar el contacto con la naturaleza, con los amigos, con los otros seres humanos: allí es donde aprendemos lo que es realmente importante.
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La biblioteca debe ser el espejo más limpio y exacto de la riqueza y diversidad del mundo. Pág. 301. |
La lectura independiza de la escuela y del maestro, porque de alguna manera sigue siendo la entrada a una escuela infinita, en la que se reúnen todos los maestros, sin horarios ni cupos limitados. Pág. 157. |
[…] las formas actuales de la cultura se oponen en gran parte a la experiencia del libro y la lectura: la biblioteca infinita de textos del pasado se ha desvalorizado frente a la inmediatez repetitiva de la narrativa audiovisual. Pág. 155. |
Por supuesto, puede uno caer en la tentación de reemplazar la vida por la lectura, de vivirlo todo, como don Quijote, con base en la interpretación del libro, de transformar la realidad para adecuarla al texto y de reemplazar las insuficiencias de la realidad con los libros de caballería. Pero el libro puede ser también, como dice Gabriel Zaid, ese instrumento que nos enseña a ver de forma diferente y más rica la realidad. Y es que las fuentes de deformación de la realidad están en todas partes, y quizás en ninguna más que en la falta de distancia que produce una inmersión brusca en el ajetreo del mundo, sin la mediación del texto. Pág. 113. |
-Me imagino que se ha preocupado mucho, abuela, con ese cuento de que yo soy comunista. - ¿Comunista? –me contestó- qué descanso, mijito, ¡yo había entendido que se había vuelto protestante! Pág. 107. |
La fuente del conocimiento debe ser la experiencia, el mundo, la vida. Los libros, por supuesto, son esenciales, porque nos ponen en contacto con hombres valiosos de otras épocas, pero no pueden reemplazar el contacto con la naturaleza, con los amigos, con los otros seres humanos: allí es donde aprendemos lo que es realmente importante. Pág. 103. |
Se queja, como podríamos quejarnos hoy, de que hay más libros que son comentarios de libros y comentarios de comentarios que estudios sobre las cosas mismas. Pág. 102. |
La ciencia basa muchas de sus pretensiones en dejar de lado precisamente la riqueza y variedad del mundo, y por eso, más que recitar lo que enseñan los eruditos, lo que debe hacer el hombre verdaderamente sabio es aprender a observar la realidad, a buscar la verdad en sí mismo, en los hechos y en la naturaleza y no en las definiciones de los filósofos y los sabios. Pág. 99. |
Como agua para chocolate