De aquí a Aquí: Doce umbrales en el camino espiritual

"En busca del Aquí"

El reputado Diccionario de los símbolos, de Chevalier, en su entrada sobre el significado del número 12, consigna seis significados, de los cuales, el tercero es el más extenso, y justo aquí dice que “la importancia de este número es fácilmente comprensible”. Para comprobarlo, se mencionan las 12 puertas de Jerusalén, los doce apóstoles, el ciclo litúrgico del año en 12 meses, los doce signos del zodíaco, etc. Los ejemplos se multiplican y sirven para comprender que este número está cargado de simbología.

Por otro lado, recuerdo haber leído que en numerología y esoterismo, el número referido simboliza, entre otras cosas, la perfección absoluta, que vendría a ser el culmen de un proceso que tiene que ver en su mayor parte con algo de carácter espiritual, no material. También así se entiende la mayor parte de la entrada del Diccionario ya referido.

Al tener en cuenta lo anterior, podemos darnos una ligera idea del contenido del libro “De aquí a Aquí. Doce umbrales en el camino espiritual”. Lo de “Doce umbrales…” es un subtítulo, un complemento que también sirve para anticipar en cierta forma qué encontraremos en la lectura. Entonces, si nos preguntamos por qué no 11 o 13, creo entrever que la respuesta podría tener que ver con dicho.

El título, que podría parecer un juego confuso, se aclara desde que se aborda el libro. A través de doce capítulos, Javier Melloni nos expone una serie de aproximaciones para poder llegar al Aquí del que habla. Ese Aquí (escrito con mayúscula, para dar a entender que es algo mayor, más importante que el aquí –con minúscula–) está aquí mismo –usemos su terminología–. Pero parece que a través del tiempo, hemos perdido la brújula, esa que conduce a un despertar del lado espiritual, sobre todo de nosotros, los occidentales.

Dos nombres vinieron a mi mente cuando avancé en la lectura: Aristóteles y Heidegger. No me sorprendí cuando en páginas posteriores aparecieron dichas referencias. Si quisiéramos ver de forma un tanto resumida la idea general del libro, tendríamos que pensar, desde mi perspectiva, en el libro IX de la Metafísica de Aristóteles, en donde habla del ser en potencia y del ser en acto. Aristóteles entiende al ser en acto como la sustancia que conocemos en un momento determinado. Por ser en potencia, el filósofo se refiere a las posibilidades de la sustancia para convertirse en algo distinto de lo que actualmente es.

Si partimos de esta concepción aristotélica y la aplicamos –siempre de acuerdo con el libro de Melloni– al ser humano, tenemos entonces que somos algo (ser en acto), pero podríamos llegar a ser algo distinto (ser en potencia). Ese algo distinto es, como puede inferirse, algo primordialmente espiritual. ¿Cómo podríamos lograr ese cambio? La respuesta nos la da Melloni con su propuesta: a través de doce umbrales. La elección del vocablo umbral me parece adecuada: Melloni nos señala la entrada; nosotros decidimos si cruzamos dichos umbrales.

Esos umbrales son cada momento que vivimos, y cuando sea, podemos cruzarlos. En una hermosa imagen para explicar lo anterior, Melloni dice que en el budismo existen 84,000 entradas en el Dharma, entendiendo este como “el fondo de la realidad”. En otras palabras, los caminos están ahí, y si están, es porque alguien ya los recorrió. Pero no solo eso, sino que a ese alguien –individual o colectivo– le ha quedado claro que hay algo más que esta materialidad que nos envuelve.

En el caso que nos atañe, la contraportada del libro nos dice que sus páginas “recogen la experiencia del propio autor”. Es verosímil creer esto, ya que en la voz narrativa se siente una fluidez propia de aquel que ya ha recorrido los caminos y vislumbrado algo que no se ciñe a lo mundano, a diferencia de aquel que escribe pretendiendo conocer y presentar algo que ni siquiera ha experimentado.

Son diversas las voces que aquí confluyen para sustentar aquello de lo que habla. Fue una muy grata sorpresa encontrar aquí a Jorge Luis Borges, mi escritor preferido. También se encuentran referencias a Rilke, Rumi, Jesús de Nazareth, Krishnamurti, al Islam, al Maestro Eckart, a Thoreau, a Thomas Merton, a Moisés, al Corán, a Buda…, y la lista podría proseguir, pero por el momento es suficiente con decir que las referencias son casi todas de carácter espiritual.

Algo que debe destacarse del libro es que cada capítulo puede leerse de forma individual y sin seguir un orden; ninguno depende de otro para su comprensión, aunque sí para comprender la magnitud de la idea que nos transmite Melloni. Precisamente por esa independencia, puedo señalar que mis favoritos fueron el 7 (“De saber a no saber”) y el 9 (“De la exigencia al agradecimiento”). Este último recuerda, sin lugar a dudas, una muy famosa película del 2009 dirigida por James Cameron. Por otro lado, algo interesante es que al final de cada capítulo o umbral, nos encontramos un poema de la autoría del propio Melloni que, de alguna forma, resume todo aquello de lo que habló en el apartado.

Debo decir que Melloni no es un poeta sino “antropólogo, teólogo, fenomenólogo de la religión, jesuita y estudioso de la mística”. También escritor y profesor, agregaría yo. Pero en honor a la verdad, los poemas son entendibles siempre y cuando se haya leído el capítulo respectivo. de otra manera, si se leen de forma independiente del capítulo en que están, poco o nada será entendible.

La fluidez en la escritura es notoria. Esto sin duda se debe a la sólida formación del autor quien, como ya se mencionó, pertenece a la orden de los jesuitas, misma que goza de gran reputación por el rigor exigido a quienes militan en sus filas. No obstante, es obvio que el solo hecho de pertenecer a la orden fundada por San Ignacio de Loyola no sería suficiente para suponer que un jesuita podría escribir de la forma en que lo hace Melloni.

Desconozco otras obras del autor; mi primer encuentro con su pensamiento ha sido este libro. Supongo que no sería exagerado inferir que el resto de su obra es igual en el sentido de que no encontré en las páginas de este volumen ni un ápice de fanatismo o de pretensiones de querer convencer de que lo que dice sea la verdad; su postura es neutral en el sentido de la exposición. Si quisiera señalar alguna inclinación, alguna dirección en su pensamiento, es precisamente la que ya señalé: nuestra cotidianidad nos ha cegado o, mejor dicho, no ha encerrado en lo material. La época actual nos está consumiendo y eso va en detrimento de lo espiritual. Remediar esto depende de nosotros únicamente. Melloni ha señalado unos cuantos umbrales. Nosotros decidimos si los cruzamos.