¿Por dónde se empieza a hablar de un libro que te pasa por encima y te deja temblando y en ruinas? Mi primera aproximación a
Fernanda Melchor me deja agotada pero extasiada. Fascinada ante la aproximación a lo más oscuro del ser humano que plantea y al mismo tiempo, contenta de que no todos los libros sean así porque te deja sin esperanzas ante el horror que presencias.
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Temporada de huracanes' es un libro para leer a pecho descubierto, dejándose arrastrar por el flujo incesante de frases infinitas (no hay párrafos, aviso) y la musicalidad y descaro de un lenguaje, que, aunque toma distintos registros, siempre es puro México. Lleno de expresiones y vocabulario nuevos para mí y sin los cuales, no puedo imaginar esta novela. El lenguaje actúa así, no solo como herramienta narrativa, sino también que forma parte de la ambientación.
Y es que Melchor ambienta su novela en La Matosa, una localidad ficticia pero que podría ser cualquier lugar de las cercanías de su Veracruz natal. Este espacio se presenta como un lugar que no ofrece ninguna oportunidad a sus habitantes, cuya vida gira en torno a la violencia, el alcohol, las drogas y el s*xo. La Matosa se presenta como un espacio sin salida, con la excepción tal vez de la muerte. ¿Acaso una suerte de purgatorio? Un lugar donde todo se pudre, lleno de una suciedad y decadencia que te cala hasta los huesos. Un microcosmos donde prima la misoginia, la violencia está implantada en la sociedad como normal y no tiene consecuencias, perpetuándola; donde los rumores demonizan a inocentes, la homofobia y transfobia campan a sus anchas y los abusos están a la vuelta de la esquina.
A partir del descubrimiento del cadáver de “la bruja” del pueblo en un cañaveral, con un fluir de narradores, iremos montando un puzzle que permite conocer tanto a los personajes implicados en el crimen como una imagen completa de la vida en La Matosa. Así, con cada narrador, lo sucedido hasta entonces cobra nuevas dimensiones, convirtiendo a cada personaje en un ser poliédrico, como somos todos en realidad. Es curioso, además, como dentro de esta polifonía de voces narradoras, nunca escuchamos a algunos de los personajes protagonistas y sin embargo, no se echa en falta porque Melchor ha hilado todo con una precisión digna de un reloj suizo.
A pesar de que todo comienza con un crimen, no penséis ni por un momento que se trata de una novela negra. La intriga no gira en torno al quién cometió el crimen, sino que busca ahondar en el porqué. ¿Cuál es el origen del mal? Y así, tirando y tirando del hilo, se crea algo así como una “cadena de culpas” que te hace comprender cada crimen cometido en la novela. OJO, no perdonar, no empatizar, no justificar. Si no, comprender y, si acaso, sentir algo de lástima por quienes acaban cometiendo actos terribles, y esto rompió mis esquemas. ¿Y si la maldad es consecuencia de algo de lo que los personajes no pudieron escapar?: dónde nacieron, cómo son sus familia, su educación, qué oportunidades tuvieron… No es casualidad que todos los personajes estén dañados, rotos, por decirlo de alguna manera, en un lugar donde crecer y vivir con amor o cariño no parece posible. Lo dicho, esta novela te pasa por encima.
Toda la trama está narrada con una enorme sordidez y crueldad, varias escenas que causan horror y repulsión, que te hacen querer apartar la mirada (abusos, violencia, pederastia…), olvidar lo que acabas de leer. No escasean los crímenes, la violencia se muestra de forma directa, especialmente contra las mujeres, sin importar la forma: física, sex*al, psicológica, doméstica, de género; y proveniente de casi todas partes: de los hombres, desconocidos o no, del interior de las propias familias, de las instituciones, de los desastres naturales…
Una novela llena de detalles, simbologías a desentrañar (serpientes, la figura de las brujas, la conexión del río y la muerte…), una modernización de los cuentos clásicos (en palabras de Melchor) para hablar y denunciar la violencia en México y ahondar en el origen del mal.
Me dejo cosas en el tintero pero… no veo cómo abordarlas sin destripar la novela. ‘
Temporada de huracanes' puede gustarte o no, pero es imposible no admirar el control de Melchor sobre la narración, su capacidad para construir personajes y ahondar en el origen del mal, su forma de introducir giros y nuevas capas con cada capítulo. Una novela que ha requerido toda mi atención y mi aire, y me ha parecido magistral y redonda.
WOW. Qué libro