Este libro me lo recomendó una amiga española, lectora y asistente a varios círculos de lectura. Otras amigas mencionaron que también estaba siendo discutido en sus círculos de lectura y me intrigó. Confirma el dicho "hasta para hacer pendejadas, hay que saber hacerlas", porque no a cualquiera le compran como lo más hermoso y primoroso una narración sin pausas, con palabras altisonantes y temas fuertes. O quizá sea por la falta de pausas, las palabras altisonantes y los temas fuertes que se le aplaude tanto. A mí no me fascina la falta de estructura ni en Saramago, y esos temas y las palabras que escandalizan a la mayoría a mí me traen sin cuidado, por lo que en general no le hallé la fascinación que tantos tienen. Lo recomiendo para las personas que no viven en México y quieran conocernos aunque sea un poco. |