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Existen 3 historias semi cruzadas es este cuento. El gordo, los Maroño y Polo Zorayda, Polo y su mamá Milton, El Sapo y el Gritón. Solo la primera tiene su ciclo completo con desenlace. La segunda pudo nunca existir y la tercera, la más breve, fue la que me hizo darle 4 estrellas y estar convencido de que Fernanda sabe de lo que habla y que con suerte explora con mayor detalle: El bajomundo jarocho, la barriobajez. Durante un tiempo viví en el Puerto de Veracruz y fui vendedor por cambaceo. Las Bajadas, Río Medio, Las Vegas. Las conozco y las viví y entiendo perfectamente las miradas y las personas que ella menciona como pepenchas y halcones. En mis tiempos eran grulleros y pelones pero es lo mismo. En esas colonias que eran nada sino asentamientos en la arena tú sabías a quién saludar y a quién no hacerle iris. Nada cambia, todo sigue igual pero sin duda me regresó a esa parte de mi juventud que, siendo honestos, en estos tiempos y con el tipo de personas que llevan las plazas ahora, no sé qué tal la habría pasado. Los "aquellos" que ella menciona no eran los "aquellos" que me tocaron pero sigue vigente ponerse grulla y saber en qué esquina de qué colonia no dar vuelta, qué casas evitar y en qué hora no tomar ciertos camiones. Aplica en Veracruz y en todo México pero tener este recuerdo de primera mano descrito en una novela sobre un estado y ciudades que tanto quiero fue bueno. No todo es romantizarlo, también es válido y muy necesario contar el lado oscuro que hay y que preferimos ignorar. 4.2/5 |
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