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El libro se articula mediante cincuenta excusas para no emprender que irá convenientemente desarmando. Desde el principio se centra en la idea de crear trabajo, no en buscarlo (“no se puede buscar algo que no existe”). Nada de lo que dice es nuevo, pero conviene recordarlo de vez en cuando. Cosas como que el empleo es una manera de vender lo más valioso que tienes, tu tiempo. Por eso debes pensar si ese tiempo que dedicas a tu trabajo lo estás malgastando o invirtiendo. Que a la hora de encontrar tu trabajo ideal debes buscar entre tus habilidades, en lo que sabes hacer, lo que se te da bien. Ya lo decía Ken Robinson. Todos tenemos alguna singularidad, alguna habilidad que nos hace especiales. Parece fácil, pero lo complicado no es tenerla, sino saber identificarla. Para mí, lo más complejo es rentabilizar esa habilidad. Poder cubrir con ella alguna necesidad no satisfecha. Que te paguen por ello. Además, en un país que apuesta tanto por comprar vivienda, Risto se muestra a favor de alquilar frente a comprar. Lo justifica diciendo que cuando alquilas no estás perdiendo dinero sino comprando tu libertad. Interesante, ¿verdad? Una idea en la que insiste es el valor del fracaso; solo es posible triunfar después de haber fracasado mucho. El fracaso bien gestionado es un éxito. Otra cuestión importante es la capacidad de creer en ti mismo. Creer en tu proyecto no te garantiza el éxito, pero no creer sí te garantizará el fracaso. No importa tanto tu experiencia sino lo que seas capaz de hacer con ella. Y lo más importante de todo, tener presente que abandonar un sueño es empezar a morir. |
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