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Crítica de Yani


Yani
09 November 2018
Aviso: es mejor no leer la reseña en caso de no haber terminado el libro anterior.

Podría haber sido un 4 o un 4.5 porque hay un par de puntos negativos que señalar, pero me superaron los positivos y tuve que redondear hacia arriba. Además, tenía ganas de ponerle 5 estrellas por un motivo que puede sonar exagerado y subjetivo: disfruté mucho leer este libro. Simple.

Spirit Bound es más parecido a Shadow Kiss que a su antecesor por el ritmo vertiginoso que se sostiene durante toda la novela, hecho que siempre coincide con que Rose ya tiene planes premeditados y va directo a realizarlos. Tal vez eso de que se la pasen yendo de acá para allá maree y obligue a los personajes (y al lector) a digerir situaciones en poco tiempo, pero al final el dinamismo se agradece. Es imposible aburrirse. Las partes en donde Rose “espía” a través de Lissa, que solían ser bastante pesadas, colaboran mucho más con lo que se quiere contar. Y “lo que se quiere contar” podría ser el nombre de una lista larga de cuestiones complejas. A estas alturas ya no debería sorprenderme, pero lo sigue haciendo. Bien por Mead.

Tengo una buena y una mala noticia. Empezando por la mala, Rose no fue de mi total agrado en este libro. En un momento ya no sabía si la protagonista seguía siendo la misma o un clon incoherente de ella. Creí que estaba a punto de convertirse en una de esas heroínas que viven confundidas, piensan en sí mismas y derraman lágrimas cuando no consiguen lo que quieren. de todos modos, sigue siendo una mis preferidas. Y sí, la buena noticia es que Adrian ya no me molesta. Eso no significa que antes lo odiara. Simplemente, mi rechazo a los triángulos amorosos implica también (aunque no siempre) que bloquee al tercero en discordia, mucho más si se lo presenta como un ángel de la guarda que desdeña al personaje masculino principal porque le conviene. Sin embargo, debo reconocer (siento que en todas las reseñas pido perdón a alguien…) que Adrian argumenta muy bien sus protestas y no escupe veneno mientras habla. No es nada poético lo que acabo de decir, pero venía al caso.

Por supuesto, quien sigue llevándose mis aplausos/ suspiros es Dimitri. Los personajes que para definirlos necesitan casi un diccionario entero que contenga exclusivamente adjetivos son escasos. Podría proponer varios para Dimitri, pero la reseña sería demasiado extensa y no es mi intención agotar los caracteres. Ahora olviden que escribí este párrafo.

El manejo del lazo entre Rose y Lissa es mucho más interesante en este libro. Las escenas en donde se narra lo que está viendo son más compactas y se adecúan mejor al “aquí y ahora” de Rose. Me encanta la forma en que la narración en primera persona pasa sutilmente a tercera, sin que Rose se quede al margen, dado que ella interviene bastante con sus acotaciones. Además, ya no hay repeticiones que interrumpan y, si las hay, son muy breves y concisas. También me gustó que Mead haya juntado personajes a los que quería ver interactuar. Y no tiene sentido que vuelva a decir, como en todas las reseñas, que la complejidad de la historia en un libro juvenil sobre vampiros (lo expreso así porque siento que los subestiman) merece diez estrellas. Los asuntos políticos de la Corte siempre despertaron mi curiosidad y la desestabilización de roles de las razas que ya se presentaba en Shadow Kiss tiene un impacto real.

En resumen, amé este libro, tanto por cuestiones técnicas como por razones más viscerales.
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