Rojo, blanco y sangre azul

Esta es una de las novedades del año pasado que más ganas tenía de leer. Había oído críticas muy buenas procedentes de los países anglosajones en los que se había publicado, así que en cuanto me enteré de la traducción no dudé en comprarlo.

En esta historia, narrada en tercera persona, nos encontramos con unos personajes muy carismáticos y a la vez, muy peculiares. Por un lado, Alex es el hijo de la presidenta de EEUU, un joven de 21 años muy interesado por la política y la diversión proviene de una familia mexicana. Por otro lado del Atlántico, se nos presenta a Henry, el príncipe de Inglaterra y heredero del trono. Un británico lleno de obligaciones, formalidades y expectativas que cumplir que desde el primer momento contrastan con la alegre y despreocupada personalidad del joven americano.

Esto se refleja así en la primera ocasión, años atrás, en la que ambos coincidieron. Desde entonces, Alex siente que su enemistad ha crecido y que esta se torna en algo más personal, un odio hacia su principal enemigo en la competición de ser el joven más admirado del mundo.

Este libro ha sido todo lo que esperaba. Una novela New Adult que me enganchó muchísimo, con ciertos aspectos de política, grandes cantidades de humor, muy buena y variada representación LGTBI y un romance que me ha encantado.

No quiero desvelaros mucho de la línea argumental, así que seré breve. Ya en el capítulo uno, se produce un encuentro entre ambos personajes masculinos, que termina en un accidente en medio de un acto formal internacional. Por culpa de esta torpeza que ensucia la imagen de las relaciones internacionales, tan importantes para ambas partes, Alex será obligado a pasar unos días con el príncipe británico. No importa cuánto se oponga, ha de enmendar ese accidente y fingir que se lleva bien con él aunque no lo soporte. Todo esto ocurre en el contexto de las elecciones americanas, donde la madre de Alex se juega ser elegida o no como presidenta para los próximos 4 años consecutivos.

Como seguramente habréis podido deducir, el romance es, efectivamente, un enemies to lovers en toda regla. Y aquí, muy a mi pesar, he de introducir un 'pero', puesto que he sentido que pasa de la fase del odio a otros sentimientos muy rápido. No ha sentimientos románticos como tal, pero sí que esa supuesta hostilidad, que al final se descubre que no es más que envidia y atracción camuflada, es superada demasiado rápido.

Este punto tiene sus ventajas, aún así, ya que permite que la novela tome un buen ritmo desde el principio. Quiero enfatizar en esta característica, ya que hace que las quinientas páginas del libro se lean en un suspiro. Siempre hay algo sucediendo, drama y salseo y problemas de mayor gravedad que tendrán que solucionar. La autora, con el fin de hacerla más amena, también incluye abundantes diálogos, conversaciones por correos electrónicos e incluso pequeños artículos de prensa o tweets.

Además, la actitud de los personajes agiliza mucho la lectura. Me han encantado todos. Alex tiene mucho humor y una lengua afilada, soltando siempre lo que piensa. La dinámica grupo de amigos que mantiene con su hermana June y Nora me ha flipado. He adoro lo bien que se llevan y complementan entre ellos, y además dos chicas también aportan su papel en la trama. Henry, el aparentemente estirado británico, es, junto con Alex, el que más evolución tiene. Ha sido muy agradable conocer sus preocupaciones más íntimas, y verlo evolucionar y defender aquello en lo que realmente cree y no en lo que le han impuesto.

Los otros personajes secundarios,como los padres, que siempre apoyan a su hijo, y otros integrantes de la casa Real también tienen importancia y se define bien su personalidad, lo cual es agradable en una novela de esta longitud porque hace la historia mucho más completa.

No sabía que el libro iba tener escenas más explícitas, pero esto para no ha sido ningún problema. Lo menciono como aviso para quien lo quiera tener en cuenta.

Por último, cabe mencionar la gran representación del colectivo LGTBI. Aunque principalmente queda en gays, bisexuales y lesbianas,son varios los personajes que pertenecen a este grupo, y cada uno vive una situación distinta con sus propias dificultades. En esta caso, vemos el descubrimiento de la orientación sexual de Alex y la aceptación, tanto suya propia como de su familia. Ha sido muy agradable la naturalidad con la que la autora la introduce.

En conclusión, Rojo, blanco y sangre azul ha sido una lectura ágil que, a pesar de sus 500 páginas, he leído rápido. Ha conseguido sonrojarme, hacerme reír, ponerme nerviosa y hasta estar frustrada con ciertas situaciones. Si bien se lee muy rápido, al principio no acaba de convencerme la narración, aunque creo que esto se debe a la traducción, y hubo algún aspecto político que no he logrado entenderme, pero lo he disfrutado mucho. Un final merecedor de la historia, con ciertos asuntos esperables y un giro argumental en la última mitad.