Las cenizas de Ángela

Cuando recuerdo mi infancia me pregunto cómo pude sobrevivir siquiera. Fue, naturalmente, una infancia desgraciada, se entiende: las infancias felices ni merecen que les prestemos atención.

Tienen que estudiar y aprender para que puedan decidir por sí mismos acerca de la historia y todo lo demás, pero eso no se puede con un cerebro vacío.

Puede que sean pobres, puede que tengan los zapatos hechos trizas, pero sus cerebros son palacios.