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Crítica de Noni


Noni
19 December 2021
En El arte de la guerra, Sun Tzu dice. "La victoria completa se produce cuando un ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el enemigo es vencido por el empleo de la estrategia". Los tiempos cambian, la vida y la guerra también. El estratega chino hablaba de otros tiempos, aquellos, quizá, en los que las guerras eran, si acaso pudieran serlo de algún modo, más justas. ¿Puede una guerra serlo? Imagino que dependerá del bando en el que te encuentres.
Leer Dresde 1945. Fuego y oscuridad, es adentrarse en uno de los capítulos de la historia de la humanidad más terribles (si, la verdad es que nuestra historia da para mucho en este sentido). Su autor se ha documentado muy bien para lograr mantener un climax casi constante y describir, con todo lujo de detalles, el tiempo transcurrido en la ciudad alemana, desde las horas previas al bombardeo hasta la entrada de las tropas soviéticas y posterior establecimiento del régimen comunista.
Como si de una novela se tratara al comienzo nos presenta a los personajes, todos ellos seres humanos, normales y corrientes, con sus quehaceres, sus desdichas y sus vidas: niños que juegan, mujeres que van de compras, políticos engreídos, judíos denigrados en su propia ciudad, prisioneros de guerra... Y una ciudad a la que se le llamaba la Florencia del Elba por su belleza, su espléndido repertorio artístico, su apasionante vida cultural, que fue visitada por miles de europeos antes de que hiciera acto de presencia ese cáncer llamado nazismo.
Aunque en la primera parte de la obra no somos muy conscientes de que la guerra está presente, McKay ya esboza una serie de datos siniestros, crueles, espeluznantes, como el capítulo que habla de limpiar a manguerazos los restos humanos que quedan esparcidos en las cabinas de los bombarderos tras un ataque.
Sin embargo, es en la segunda parte cuando describe el bombardeo, a través de las experiencias de los testigos que lograron sobrevivir. Y es demoledor. Llega un momento en que sientes la angustia, el terror, la impotencia de esas personas. No son Hitler, ni Goebbels, ni Himmler, son personas normales y corrientes, con vidas normales y corrientes, que van a por el pan, que tienen hijos, abuelos, que consiguen llevar a duras penas un comida decente a la boca, y están siendo literalmente fundidos, eliminados. Cuanta crueldad, qué desasosiego, que impotencia y rabia. Las escenas que se describen son terribles. No son una película, ni una novela, fueron historia, y hubo gente que logró sobrevivir a ese infierno.
En la tercera parte se describe como la ciudad se rehizo (la resiliencia del ser humano es infinita) como comienza a haber de nuevo esperanza, la búsqueda de cadáveres para darles sepultura, las nuevas construcciones, y la entrada de los soviéticos con sus violaciones masivas. En fin, todo muy entrañable.
A pesar de toda la barbarie, la sinrazón, la falta de ética, la inmoralidad de la guerra, el autor no presenta una versión con buenos y malos, no hace de Dresde una víctima y de los bombarderos ingleses y americanos unos verdugos. McKay logra presentar una historia de víctimas, los seres humanos, de su propia condición de ser humano. Y no sé, sinceramente, si saber que la condición humana conduce a realizar atrocidades sin sentido es como para resignarse. Da pavor.
El libro es magnífico, muy bien escrito, bien estructurado, muy interesante, y alejado de todo partidismo. La investigación se completa con mapas, fotografías, y una pequeña bibliografía, ya que algunos de los supervivientes se convirtieron en escritores y narraron, en diferentes estilos, lo que vivieron en esas horas.
Recordar que el bombardeo se produjo el 13 de febrero de 1945, cuando la guerra llegaba a su fin, de ahí la incomprensible decisión de aniquilar la ciudad, algo que sigue sin entenderse, decisión que fue muy criticada incluso en el Parlamento británico, y que sigue generando polémica. ¿Se puede considerar el bombardeo de Dresde un genocidio? ¿Era necesario fulminar, precisamente aquella ciudad para consolidar la derrota nazi? ¿Sabían los mandos aliados que la ciudad no contaba ya con defensas antiaéreas? Ya nada de esto importa lo más mínimo, pero la historia está ahí para aprender de ella y que tragedias como ésta no se volvieran a repetir.
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