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En el primer libro de la saga de los niños descarriados conocimos a las gemelas Jack y Jill. En este segundo, la escritora hace que crucemos la puerta que nos hará conocer sus orígenes. La historia de dos hijas modeladas para ser perfectas por los caprichos de sus padres, que encontrarán unas escaleras que las llevarán a los Páramos, un lugar regido por el miedo y la muerte para el que tal vez no estén preparadas y donde deberán tomar decisiones que las cambiarán para siempre. . “Algunas aventuras son crueles, porque esa es la única manera que conocen de ser amables”. . Si la primera novela me fascinó, este segundo libro sube el listón todavía más. Seanan nos mete de nuevo en una espiral terriblemente oscura y cruel, maquillada a modo de cuento de hadas clásico, donde la abuela de las niñas, Louis, intentará prepararlas para el mundo que las está esperando ahí fuera, haciéndoles entender que hay un millón de maneras distintas de ser niñas, todas válidas, y ninguna de ellas implica estar haciendo algo malo. Pero el mal acecha a las pequeñas en el Páramo y cada elección que tomen tendrá unas implicaciones, tanto si lo desean como si no. . Una historia cambiante, como la evolución de la personalidad de las gemelas, que nos va a hacer reflexionar sobre la frustración, la familia, el sentimiento de culpa y de vergüenza por lo que uno es, el amor, la fina franja de playa en la que danza el bien y el mal… El paseo de Jack y Jill al pueblo para hacer los recados es escalofriante. . “Hay momentos que lo cambian todo, y una vez han cambiado las cosas ya no hay marcha atrás”. . Y eso es lo que os ocurrirá cuando entréis en el universo de estos niños descarriados, viviréis momentos mágicos y otros cargados de maldad que no podréis ni querréis olvidar. Es lo que tienen los buenos cuentos, nos acompañan para siempre. |
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