Paseadoradelibros31 October 2021
"Una mañana por aquella época tuvo una experiencia que no olvidaría nunca, aunque no sucedió nada, absolutamente nada. Era un soleado día de otoño con un cielo hermoso y verde por encima de los rascacielos. Había ido a desayunar a una cafetería y estaba sentado junto a una brillante cristalera. La gente pasaba deprisa por la calle, todos camino de algún sitio. Dentro de la cafetería había el bullicio habitual del desayuno, el entrechocar de bandejas y el ruido de muchas voces. La gente entraba, comía y se marchaba, y todo el mundo parecía seguro de sí mismo y de adónde iba. Parecían dar como evidente una meta que no era únicamente la rutina de sus empleos y de sus citas. Aunque la mayoría de la gente estaba sola, de algún modo parecían los unos parte de los otros, y parte todos ellos de la luminosa ciudad otoñal. Sólo él quedaba al margen, una cifra aislada en el diseño de una ciudad con un destino.[...] Fue una hora de desolación aunque no sucediera nada." (¿Quién ha visto el viento? Pág.291).
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