El libro de Sarah

Un día concreto, en el climax de su proceso de divorcio, Scott se propuso "escribir un libro precioso lleno de dolor y risas". Estas memorias son ese libro pero a la vez son una carta de amor, la última, hacia la que fue su primera mujer, Sarah.

Y es que la intensidad del libro es proporcional a la intensidad de la historia que les unió y a la de su carácter. Scott se presenta como un profesor alcohólico, con mucha capacidad de amar pero incapaz de hacerlo bien, incapaz de afrontar determinadas responsabilidades o de aceptar la pérdida.

La manera en la que se enfrenta a todo el proceso de desintegración de su matrimonio, al hecho de que su mujer ya no le quiere y de que lo que está recogiendo es lo sembrado, es la de un hombre inmaduro e inseguro.
Sin embargo, la escritura llega desde otra posición, la del Scott recuperado y capaz de ver en perspectiva, con generosidad y crítica, a su 'yo' del pasado.

Mientras leía deseaba que algunos episodios fueran ficción, que se limitaran a llevar al límite a ese personaje en el que estaba trabajando, pero son tan verosímiles que los acepto como reales. Pasé miedo por sus escapadas al volante, borracho, con sus hijos en el asiento trasero y le vi cuidar de su perro enfermo mientras el olor impregnaba todo el ambiente.

Y aún así, cierro el libro sintiendo ternura por Scott, porque los personajes perdidos que encuentran su lugar siempre me caen bien.
Pero, principalmente, siento cariño por Sarah. Porque lo que se lee de ella en el libro y, sobre todo, lo que hay entre líneas, lo no escrito, nos presenta a una mujer sensible, generosa, fuerte y luchadora.
Y qué queréis que os diga, a esas las quiero siempre en mi equipo.