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Crítica de Kansas


Kansas
06 January 2023
El Pasajero

"Yo te conozco. Conozco días concretos de tu niñez. Llorando prácticamente de soledad. Encontrando casualmente cierto libro en la biblioteca y llevándotelo a casa como un tesoro. Un sitio ideal donde leerlo
[...]
El legado del mundo es una cosa frágil aún con todo su poder, pero yo sé cuál es tu postura, escudero. Y sé que hay palabras que pronunciaron hombres de siglos remotos que jamás a abandonarán tu corazón."
[…]
"Preferir un mundo de letra impresa. Rechazos. Pero tú y yo conocemos otra verdad, ¿a que sí, escudero? Y desde luego es cierto que bastantes de esos libros fueron escritos en vez de prenderle fuego al mundo, que no otro era el verdadero deseo del autor. Pero el quid de la cuestión es: ¿somos los últimos de un linaje? ¿Seguirá habiendo niños que abriguen un deseo por algo que ni siquiera acierten a nombrar?"

En un principio pensé reseñar estas dos novelas en una única reseña, como si fueran una sola, aunque no lo sean, porque aunque Stella Maris no sea una secuela ni una precuela ni una segunda parte del Pasajero se puede decir que no podrían existir la una sin la otra, o por lo menos es la impresión que me ha quedado después de terminar la segunda de ellas, Stella Maris. Y admito que mientras las leía no tenía ni idea de que fuesen a estar revoloteando en mi cabeza durante días después de haberlas terminado. Las he leído casi como fueran una sola, consecutivamente además, y realmente creo que así es como debe hacerse. Sin embargo, a la hora de escribirla, la cosa se fue alargando y llegué a la conclusión de que se volvería una reseña infinita, así que se hará en dos partes, al igual que Cormac McCarthy dividió en dos partes la historia de los dos hermanos Western.

"Desde que te conozco, ni una sola vez me he preguntado qué es lo que quieres
¿De ti?
De mi. En mi caso es muy poco habitual. Gracias.
La vio alejarse hasta que se perdió entre los turistas. Hombres y mujeres se volvían a mirarla. Se le ocurrió que la bondad de Dios aparecía en lugares muy extraños. No cierres los ojos."

No sé bien si está a la altura de las grandes novelas de Cormac McCarthy, la mayoría de las opiniones dicen que no, pero ya digo que a mi me ha impactado fuertemente en muchos sentidos: la historia de Bobby Western y su bajada a los infiernos, en El Pasajero, y la historia de su hermana, Alicia, en Stella Maris, que prácticamente no ha dejado de pisar el infierno en ningún momento de sus veinte años, se ha convertido para mí en este año en una de mis favoritas. Ambas novelas son simples en su planteamiento y la prosa de Cormac McCarthy puede que se haya suavizado, aparentemente solo, pero entiendo que es sobre todo un primer engaño, no hay nada suave, nada simple en la forma en la que McCarthy nos acerca a esta doble historia en la que conecta a dos hermanos y las dos versiones de sus vidas, ambos bajo el hierro candente de un padre que los influyó enormemente y que quizás lleve al extremo el hecho de que los hijos al final tengan que cargar con los pecados de sus padres o por lo menos heredar el sentido de culpa de otra generación. Es la respuesta de McCarthy a un mundo que se va derrumbando poco a poco, sin remisión.

"Fue una cosa trascendente. No se me ocurre otra palabra. En ese momento supe que era libre y que la libertad era tal como dicen en los discursos. Merece todo cuanto tenga que pagar por ella. Y entonces supe que iba a llevar la vida con la que soñaba."
[…]
"La cosa de Dios fue un problema. le pasa a mucha gente. Y entonces me despierto una noche, no sé qué hora sería, y pienso: Si no existe un poder superior ese poder superior soy yo. Dios no existe y Dios soy yo. Y empecé a trabajarlo pero en serio. Lo sigo haciendo todavía hoy."

El argumento del Pasajero es sencillo aparentemente. Bobby Western vive atormentado por la muerte de su hermana Alicia, sobre todo por no haber podido salvarla de un suicidio largamente anunciado. Cuando comienza la novela, Bobby que es buzo, es enviado a buscar supervivientes de un avión que parece haberse estrellado en aguas poco profundas. Durante la inmersión, encuentran cadáveres y huellas de que alguien había llegado anteriormente al lugar del accidente; de los nueve pasajeros, solo hay ocho, falta uno, misteriosamente desaparecido; además este accidente de avión no llega a ser en ningún momento noticia en los medios y faltan piezas del avión. A partir de aquí, la novela parece transformarse en una especie de ¿thriller sobre conspiraciones? porque Bobby se convierte en el objetivo de unos hombres que le buscan, le encuentran, y le interrogan en relación a la escena del avión hundido…, creen que Bobby sabe más de lo que aparentemente cuenta. Cuando irrumpen en su casa, Bobby huye y a partir de aquí, sus cuentas son canceladas, sus bienes incautados: de la noche a la mañana se encuentra sin nada, y en un intento por escapar de este acecho paranoico, se convierte en una especie de fugitivo despojándose incluso de su identidad, buscando mil maneras para escapar de esta conspiración que no entiende. Y a medida que Bobby va escapando a esta atmósfera de paranoia que le acosa, también emprende una travesía (que remite al McCarthy de la trilogía) en la que parece que al mismo tiempo está huyendo de sí mismo con lo cual la conspiración en torno al avión y el pasajero desaparecido no se convierte más que en una excusa para que podamos llegar al interior más recóndito de Bobby Western..

"¿Te resulta doloroso?
A mí todo me resulta doloroso. Eso creo. Tal vez. Simplemente soy una persona que se duele."

Ya digo que la publicidad puede vender este Pasajero como un thriller, pero nada más lejos de ello porque a medida que huye, Bobby se va difuminando y convirtiendo en otra persona, se va despojando de su identidad y la experiencia revierte en una especie de viaje al purgatorio, nunca mejor dicho, en el cual se tiene que enfrentar a sí mismo, a sus miedos más profundos, a rememorar y enfrentarse a su historia familiar traumática que se afianza sobre todo en la figura de un padre que estuvo involucrado en el proyecto Manhattan y en el desarrollo de la bomba atómica, pero sobre todo a reconsiderar su relación con su hermana Alicia de la que estaba enamorado. Durante su huida buscando escondites o refugiándose en la naturaleza, en parajes desoladores y apartados hay una constante presencia de su hermana Alicia a través de sus cartas, que cuando discurren estos hechos, ya ha fallecido hace más de ocho años.

"Sheddan había dicho una vez que compartir cien lecturas era un vínculo más fuerte que la sangre. Los libros que yo te daba los devorabas en cuestión de horas. Y te los sabías casi de memoria."

Durante la novela hay un movimiento constante, Bobby está continuamente en marcha, quizás en una excusa para no regodearse en un dolor que tiene enquistado en su fuero más interno. A medida que la novela va avanzando hay continuados encuentros suyos con amigos, siempre en una mesa mientras comen o beben, en bares o restaurantes sobre todo, que realmente son los mejores momentos para que se desarrolle una charla y esto es lo que busca precisamente McCarthy, un escenario y una excusa para elaborar, reflexionar y analizar ciertos temas que siempre le han preocupado y al mismo tiempo enfrentar a Bobby a unos personajes que le remiten continuamente a sí mismo y su pasado.

"Estando en Nueva Orleans había abandonado el hábito de hablarle a ella porque se había sorprendido a sí mismo hablando solo por la calle o en un restaurante. Ahora volvía a hacerlo. le preguntaba su opinión. Cuando a veces intentaba contarle por la noche cómo le había ido el día tenía la clara sensacion de que ella estaba al corriente."

Hay momentos en los que a través de estas conversaciones, vamos intuyendo retazos del Bobby más íntimo aunque también es verdad que McCarthy aprovecha estas conversaciones para colarnos nuevos temas con los que no se había atrevido antes, como por ejemplo, el momento surrealista en torno al tema del “alma femenina” a través de un personaje, DeBussy, una mujer trans con la que Bobby se siente fuertemente conectado, quizás porque Debbie también tiene una hermana que le recuerda a Alicia:

"Pero el género significa algo. Yo quiero ser mujer. Siempre les tuve envidia a las chicas. Sé que ser hembra es algo más antiguo incluso que ser humano. Quiero ser todo lo vieja que sea posible. Atávicamente femenina.""
[...]
"...o tener un alma femenina. Quiero formar parte del alma femenina. Eso es lo que quiero y nada más que eso. Siempre pensé que era una cosa fuera de mi alcance pero empiezo a tener fe. Cuando rezo, rezo por eso. Para que me abran la puerta. Para ser miembro de lo femenino. Y no es algo que tenga que que ver para nada con el sexo. Con tener sexo. Todo lo demás es pura banalidad."

Sin embargo, los pasajes que más me recuerdan al McCarthy que ya conocía de antes, y los que de verdad convierten esta novela en algo que va más allá de un mero thriller, son los que se refieren a los momentos en los que Bobby se queda solo enfrentado a sí mismo y que en mi opinión acaba describiéndole como si fuera un pasajero sonámbulo en una travesía sin rumbo. En este aspecto, el momento que más me ha impactado en la novela por lo que supone de atmósfera paranoide, travesía onírica o simplemente el hombre enfrentado a sus miedos más atávicos, se refiera a la escena en una plataforma petrolífera en alta mar completamente desierta en plena tormenta donde Bobby en una pesadilla real o inventada por su mente, se cree acosado por algo en la sombra. Es una escena que me ha parecido tan bestial por la forma en la que McCarthy manipula el lenguaje y convirtiéndolo en atmósfera, que ya la veía visualmente dirigida por Lynch o los hermanos Quay, y casi solo por esta única escena ya merece la pena toda la novela.

"Hay veces en que veo con absoluta claridad que elegiste el camino adecuado. Ese estar como al borde de la intangible oscuridad. Algo que escapa a mis posibilidades. Torturado en la rueda de la devoción. Olisqueando tentativamente el aire fresco de los campos del atardecer. Quién soy qué soy dónde estoy. de qué materia está acuñada la luna…"

Al comienzo de cada capítulo, McCarthy nos introduce en letra cursiva, con párrafos relacionados con Alicia y sus alucinaciones con personajes que la acosaban. Aunque Bobby sea el hilo conductor en El Pasajero, sabemos casi desde el principio que Alicia es la clave en esta doble historia. En estos interludios en cursiva al principio puede que no entendamos nada de estas conversaciones disconexas y dispersas y de alguna forma también pueden resultar algo anticlimáticas en el sentido de que se desvían de la percepción que nos está dando Bobby, pero poco a poco se nos irá desvelando la fragmentación mental que viven no solo Alicia sino las personas de las que se rodea que no dejan de ser otra cosa que alucinaciones de su mente. Y si estos personajes son el producto de la mente de Alicia, ¿cómo es que llegado un punto Bobby llega a conocer a uno de ellos en una playa??? Pues este detalle es lo que hace que llegado un momento reconsideremos si finalmente Bobby no se trate de un sonámbulo en una especie de limbo donde es dfícil discernir donde está linea que nos separa de la realidad…

“Cuando los recordamos los sueños y la vida llegan a equipararse de una manera extrañamente equiparadora. Y he acabado sospechando que el terreno que pisamos no depende tanto de nuestro albedrío como quisiéramos creer. A todo esto un pasado que a duras penas conocimos se nos echa encima cual inversión poco recomendable. Clasificar la historia de estos tiempos será un largo proceso."

El Pasajero transcurre en 1980 y cuando comienza, Alicia lleva ya una década muerta. Stella Maris transcurre en 1972, y aunque Alicia esté viva todavía, es Bobby quién se encuentra en coma tras un accidente de coche. Cormac McCarthy ha construido una novela en torno a dos personajes que han vivido en una especie de limbo entre estar vivos o muertos en vida y que no coinciden en vida durante sus últimos años.Y es esta atmósfera sonámbula con la que está impregnada la novela lo que más me ha atraído, los personajes hablan continuamente de sus sueños, los reviven y llegado un punto puede haber momentos en que ni ellos ni nosotros sepamos a ciencia cierta dónde acaba y empieza ese estado sonámbulo. Sin mencionar el hecho de todos los detalles que pasan en off y que parecen estar fuera de la trama y me refiero concretamente a los detalles en torno a la relación presuntamente incestuosa de ambos hermanos. Hay momentos fragmentados entre sueños donde se nos da algún esbozo de lo que pudo haber ocurrido entre ambos, aunque en El Pasajero nunca queda del todo claro... pero McCarthy de alguna forma construye en los hermanos Western a dos personas acostumbradas también a manipular y este hecho distorsiona la realidad más objetiva y lo hace de tal forma, de que aunque en El Pasajero somos testigos de la percepción que Bobby tiene de su historia, nos llegamos a preguntar si es la real... ¿es quizá todo un sueño del otro ?? ¿¿llegaremos a saberla en Stella Maris a través de la percepción de Alicia??? Me dejo muchas cosas en el tintero de una novela que es mucho más compleja de lo que parece a simple vista, pero he intentado abordar esta novela desde la perspectiva que más me interesa: el de la muerte en vida de dos seres que parecen saber a lo qué se reduce la verdad de este mundo.

"Al menos la mitad del mundo debe estar compuesta de oscuridad, dijo. Hablábamos de eso."
[...]
“La verdad del mundo constituye una visión tan aterradora que supera con creces las profecías del más lugubre profeta que haya transitado por él. Una vez que lo aceptas, entonces la idea de que todo esto será un reducido a polvo y se volatizará se transforma no en una profecía sino en una promesa.”

Stella Maris

"Yo diría que solo se puede ser feliz hasta un punto. En cambio, la tristeza parece ser un pozo sin fondo, cada nuevo infortunio un estado hasta ese momento inimaginable. Y uno intuye que solo puede ir a peor."

Stella Maris es la novela hermanada con El Pasajero y tal como comenté en la reseña anterior no se puede considerar una segunda parte, ni siquiera una precuela,… pero aunque no sea así ¿hasta qué punto podría existir independientemente del Pasajero?? Por libre, Stella Maris sería una novela curiosa, una rara avis dentro de la obra de McCarthy, nada más, pero como complemento a El Pasajero ya es otra cosa, una obra algo más compleja de lo que parece a priori así que vista en perspectiva es casi imposible pensar en Stella Maris como novela independiente. Una vez concluida, hay que volver al Prólogo del Pasajero porque están enlazadas en ese sentido como si de un cordón umbilical invisible se tratara, y porque ese Prólogo adquiere ya todo el sentido porque venimos de conocer a Alicia.

"Qué le parece: ¿Merecemos existir? ¿Quién ha dicho que sea un privilegio? La alternativa a estar aquí es no estar aquí. Pero volvemos a lo de antes, en el fondo eso significa no estar aquí en absoluto. No puedes haber estado aquí. Nunca. "

Si venimos de leer El Pasajero, tendremos una visión general de lo que nos espera en Stella Maris porque sabemos que va a profundizar en Alicia Western, un personaje que durante esta primera novela es un fantasma que acosa a su hermano Bobby. Stella Maris es un hospital psiquiátrico donde Alicia se refugia un año antes de su muerte, en 1972. Alicia tiene veinte años, está diagnosticada de esquizofrenia paranoide y nunca ha vivido en paz. Por el Pasajero ya sabemos que Alicia es un genio de las matemáticas, niña precoz en todos los sentidos, brillante y eternamente desesperanzada. La sorpresa quizás esté en cómo decide McCarthy plantear la estructura en esta novela porque cubre siete conversaciones de Alicia con su psiquiatra, el Dr. Cohen, con una narrativa prácticamente inexistente, solo compuesta de diálogos puros y duros donde el psiquiatra pregunta, siempre perdido ante el bombardeo continuo de la información que despliega Alicia. Las conversaciones derivan desde sus alucinaciones y los personajes que crea su mente pasando por sus reflexiones en torno a filosofía, matemáticas y todas las cuestiones que parece que preocupan a McCarthy y que aquí a través del personaje de Alicia, le sirven como pretexto para este despliegue de información. En este aspecto, Stella Maris parece una novela mucho más experimental y extraña que El Pasajero, especialmente por la confrontación continua entre los límites entre realidad y conciencia humana, un tema que a McCarthy parece obsesionar y que explora a través del personaje de Alicia.

“No tengo claro cuál es tu punto de vista.
No tengo de eso. Antes sí. Pero ya no. Aunque debo decir, una vez más, que el solipsismo siempre me ha parecido una postura fuera de discusión.”

Alicia se declara en varios momentos durante sus conversaciones con el Dr. Cohen como una solipsista sin remedio, que es una doctrina filosófica que sostiene que solo existimos a través de nuestro propio Yo, y fuera de nosotros mismos, todo lo demás existe únicamente en nuestra mente. La única realidad radica en nuestra conciencia, así que todo lo que nos rodea, no viene a ser otra cosa que el producto de nuestra imaginación o una puesta en escena que montamos nosotros mismos. La mente y el propio Yo es lo que cuenta de verdad. Todos los problemas del mundo serían entonces una cuestión espiritual y aquí los sueños juegan un papel importantísimo tal y como lo fueron en El Pasajero. Una cuestión interesante que McCarthy desarrolla a través de Alicia Western porque el lector que viene de la lectura de El Pasajero, y que quiere de alguna forma, terminar de encajar las piezas que quedaron sueltas, pronto se da cuenta de que va a ser difícil resolver el misterio dado que Alicia, mente brillante, también es una manipuladora nata, que juega continuamente con esta percepción de la realidad. Y durante estas conversaciones, cuando el psiquiatra quiere indagar sobre todo en el amor obsesivo que Alicia sentía por su hermano, es cuando se hace evidente que este es un tema del que no solo no le gusta hablar, sino que cuando lo aborda, lo hace desde una percepción tan íntima y personal que resulta casi imposible concretar hasta QUÉ punto no solo esté manipulando a su psiquiatra, sino al mismo lector a través de él.

"Me venían a la cabeza estas palabras: Qué gran obra es un hombre. Y recuerdo que dije ¿Qué somos? Alli sentada en la cama sosteniendo el Amati, que era tan bello que casi no te lo podías creer. Era la cosa más bella que había visto nunca y no podía comprender como un objeto así podía siquiera ser real.”

Stella Maris es, pues, una novela formada principalmente por reflexiones filosóficas y es cierto que hubo momentos en los que pensé que toda ella era una excusa para que McCarthy nos colara su visión del mundo (pesimista como ninguna), sumados a todos estos conocimientos filosóficos y científicos que parecen obsesionarle desde hace años, pero también es verdad que hay momentos a flor de piel como cuando por ejemplo, Alicia deja entrever retazos más personales, su relación con la música o los detalles relacionados con ese amor que sentía por su hermano llegando a querer abjurar en algún momento de sus lazos de sangre. 

 "Porque sabía lo que mi hermano ignoraba. Que bajo la superficie del mundo había un apenas disimulado horror y siempre lo había habido. Que bajo el meollo de la realidad subyace un profundo y eterno demonium. Esto lo entienden todas las religiones."

En Stella Maris, Bobby es un fantasma, es un muerto en vida por un accidente que le ha sumido en un coma profundo y aunque ella no hable mu
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