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El narrador y protagonista, Philip, nos va contando cómo es su vida, junto a su idolatrado primo, en la casa y terrenos que poseen. Es una vida idílica sin preocupaciones de ningún tipo y ambos son uña y carne. Todo cambia cuando aparece Rachel en escena. Tras esta aparición somos testigos directos del cambio de personalidad de Philip, de la locura que lo atrapa y de cada pensamiento y sentimiento suyo. Pero también dudaremos de esa locura, dudaremos de si todo lo que él ve, intuye o siente es real o no. Philip y Rachel nos harán dudar sobre todo lo que va ocurriendo, haciendo que el lector no deje de dar vueltas a la narración y a las escenas. Eso hace del libro una lectura atrayente y más pasional ligada a los sentimientos del narrador. Los personajes, incluso los secundarios, tienen una personalidad muy bien perfilada y definida, por lo que es muy fácil reconocerlos en las escenas y conectar con ellos, logrando sentir lo que ellos sienten a cada rato. de esta manera sentimos la pasión de Phillip, su enamoramiento, su locura, el terror de Rachel en algunos momentos, la desconfianza de las gentes del pueblo... La autora muestra como nadie los sentimientos. Una cosa que me ha fascinado es la naturalidad de los diálogos y su cotidianidad. Mientras lees te da la sensación de estar participando en el día a día de esa villa de Cornualles y de estar entre esos personajes. No es fácil hacer interesantes los diálogos sobre actos del día a día y la autora lo hace a la perfección, incluso en las descripciones de los alrededores de la villa, no cae en lo denso y resulta muy agradable leerlas. Es una lectura que atrapa desde la primera página, no quieres dejar de leer en ningún momento pero a la vez deseas avanzar para saber el desenlace y conocer quien tiene razón. Ese final es el idóneo para esta historia y estoy segura de que Rachel me acompañará durante mucho tiempo. Muy recomendable esta obra. Quiero seguir leyendo más de la autora. |
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