¡Qué Navidad más extraña!, pensaba mientras cruzaba East Moor con el Hawks Tor por Guía y dejaba atrás los montes por el otro lado. El año anterior se había arrodillado en la iglesia al lado de su madre y había pedido salud, fuerza y valor para las dos. Había pedido paz de espíritu y seguridad, que su madre viviera mucho tiempo todavía y prosperidad para la granja. La respuesta fue enfermedad, pobreza y muerte. Ahora estaba sola, atrapada en una red de brutalidad y delitos, viviendo bajo un techo que aborrecia, entre gente a la que despreciaba.... y andando por un páramo yermo y hostil al encuentro de un ladrón de caballos y asesino, además. Esa Navidad no rezaría ninguna oración a Dios
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