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En este libro, las emociones han sido como una montaña rusa. A medida que ibas leyendo, te ibas metiendo más y más en la historia, como si fueses parte de ella, pero no tienes ni voz ni voto. Las imágenes te vienen a la cabeza, lo ves, sientes lo que siente la madre, la desesperación y el temor que siente. El miedo de los niños, sobre todo de Michael, que tiene más edad, lo puedes percibir, esa necesidad de salir con vida, de proteger a su hermana pequeña, ese instinto de supervivencia que todos tenemos y, que muy pocos sabemos aprovechar. Eso hace de Michael un hombrecito muy valiente. En algunas partes, el libro se me ha hecho muy pesado, parecía que no sabía salir de ese bucle en el que la autora se había metido. Pero, por suerte, ha sabido dar un giro de 380º, lo deja de patas arriba y a mi, como lectora, con la boca abierta. Por lo que me he dado cuenta, a la autora le gusta jugar con los lectores, les hace creer que uno es el asesinato, secuestrador y, ya casi cuando lo van a juzgar, cuando ya veías que iba a recibir su castigo, justo en ese momento, aparecen más pruebas y te cambia por completo la perspectiva que tienes de ese personaje. El carácter de la madre cambia por completo, ha estado en un estado de shock durante más de siete años y eso, le ha pasado factura. He visto como, poco a poco, ha ido despertando de ese estupor, ha cambiado el chip, ha resurgido de sus cenizas cual ave fénix. El amor de una madre puede con todo. Enlace: https://confesionesentrelibr.. |
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