El crimen perfecto no es el que queda sin resolver, sino el que se resuelve con un culpable equivocado.
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El crimen perfecto no es el que queda sin resolver, sino el que se resuelve con un culpable equivocado.
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Y aún así llamamos a la policía. Debo decir que fui yo quien insistió, estúpidamente, para que llamáramos a la policía.
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Los sombrereros de la época se envenenaban al contacto con el mercurio que se usaba para tratar la piel de los sombreros, y a veces sufrían graves alteraciones cerebrales. Eso había dado pie al personaje del Sombrerero Loco.
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Lo real es siempre una proyección, una huella aplastada de algo que caminó en otras dimensiones.
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espero que comprenda ahora por qué esta página arrancada se convirtió en el imán más poderoso y la piedra de toque para los biógrafos. Quizás allí y solamente allí aparecía por escrito la prueba decisiva, el hecho fatídico, el reconocimiento explícito de la acción infame. Desde los años 60, cuando se hicieron públicos los cuadernos, el fantasma de esa página no dejó de murmurarnos posibilidades. Como diría el poeta:no hay fuente más rumorosa que la palabra no dicha, ni libro más extenso que el que perdió una página.(página 28)
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En las novelas policiales es fácil creer que todos pueden ser culpables, pero en la vida real ocurre casi al revés, nadie cercano nos parece convincentemente criminal
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Los padres de esta época no son tan confiados como en los tiempos de Carroll. Ahora ya es inmediatamente sospechoso que un adulto se detenga a hablar con un niño.
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10 negritos