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Belén siempre escribe bonito. Incluso el término «bonito» se queda corto para las palabras que tiene reservadas a sus historias y a sus personajes. Es arrolladora y calmada, llena de suavidad y también de asperezas. Es el susurro que calma a las fieras y el aullido de dolor cuando rebasa. Araña, escuece, sana y calma: así definiría su prosa. Me ha gustado, me ha gustado mucho y me he sentido transportada de lleno a un Kioto de 2016 y a un Miako a caballo entre el 2010 y el terrible 2011. He podido recorrer sus calles en una ambientación especial y mágica porque el realismo mágico de este libro llena cada pequeño instante imaginado. Habla de dolor, de desastres naturales y del después, de los supervivientes y de la supervivencia en sí misma, del terror a algo que solías amar por las consecuencias que su magia puede tener, del miedo a decepcionar y de las palabras dichas a tiempo. Habla del perdón y de lo que puede ser la familia, también de la familia que se escoge y que se encuentra. Habla de la magia "que no existe" y de la que hay entre las relaciones. Pero ha habido ciertos detalles que me han chirriado y no he podido evitar menguar su puntuación final. Primero, la forma tan precipitada en la que surgen las relaciones, tanto de amistad como romántica; leyendo el contexto de la vida de Nami, me ha sorprendido que encaje, aunque con un poco de dudas iniciales, la amistad de nuevo en su vida de una manera tan fácil. Así como el amor que empieza a llenar de manera tan repentina su corazón y sus sentimientos. Creo que la autora ha pecado con el "describir y no mostrar". Se describen momentos que los personajes viven, pero no se ven cómo los viven, sino desde la distancia del tiempo y, creo que por eso, no he llegado a conectar tanto con cómo se encuentran los unos con los otros. Y el desenlace. Sin decir nada, hay un pequeño detalle del final que no entiendo por qué ha tenido que desenvolverse de una manera tan enrevesada, si ha dejado "pistas" al inicio, aunque más que pistas son aspectos que no terminan de desarrollarse. |
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