Cuando no queden más estrellas que contar

"Donde no hacen falta alas para volar jodidamente alto".

¿Habéis experimentado alguna vez la sensación de que un libro os eligiera a vosotr@s? Es justo lo que me ha pasado con esta historia de María Martínez. Ahora que estamos en tiempos donde el marketing viral está a la orden del día y, si os pasa como a mí, que vivís en un sitio donde no hay librerías físicas en las que deleitaros y tenéis que recurrir a Internet, esta experiencia tan motivacional es difícil de distinguir. Este libro ha sido magia por cómo ha llegado a mí y en qué momento. Necesitaba algo así. Y es que en esta vida tan cíclica, hay que recordarse que es necesario soltarse para volver a encontrarnos. Me he visto entre sus páginas, entre las palabras que subyacen en él. Lo primero que leo de la autora, y lo que hace especial a esta novela es precisamente las estrellas que guarda, las letras escogidas por su pluma, destellos de claridad. 

La trama del drama romántico aquí presente se desarrolla en torno a Maya. Una joven que ha sacrificado su vida dedicándose exclusivamente al ballet, escalando día a día una cima para la que todos la veían predestinada, lo tenía todo para lograrlo. Su abuela (odiosa como ninguna otra) es mano de hierro a no parar, de las que no puedes contradecir, te doblega con una sola mirada. La ha llevado al límite de sus posibilidades con una exigencia cruel, más estricta incluso que sus profesores. Nunca era suficiente. Sólo la llega a convertir en una marioneta asustadiza y obediente. Maya anhela su espíritu libre y salvaje, su voluntad para defenderse y ser ella misma. La sombra de una lesión hará que todo dé un vuelco. Su familia (o bueno, la que dice serlo) la deja desamparada tras el accidente. Ella volará de Madrid a Sorrento, con la aparición de unas fotos del que podría ser el padre que le han estado ocultando¿? Allí conoce Villa Vicenza, el hogar de sus sueños, el hogar que se elige.

Este libro va soltándose muy de poco a poco. Su desarrollo es lento, va de menos a más. Tengo sentimientos encontrados con la historia, hay cosas que no me han convencido del todo, a pesar de estar narrada por Maya en primera persona y de una forma tan cálida. Me ha faltado originalidad, que se hubieran dado otros enfoques en el uso de los clichés utilizados. Sin embargo, presenta situaciones que te tocan. Se siente impotencia y se transmite una realidad muy auténtica que cuesta comprender: que la sangre te humille, duele. En lugar de citas para destacar, encontramos capítulos enteros para enmarcar. La presencia de las artes escénicas cautiva siempre. El ambiente me ha encantado. El Madrid del Real Conservatorio de Danza Mariemma y la Escuela de Danza María de Ávila, así como ese Lavapiés castizo donde el arte predomina. Se nota lo bien documentada que está la autora en el terreno. Y nos lleva a Italia con un desglose en su prosa, que te hace sentir y oler la bohemia de Nápoles y el costumbrismo de esa mansión que allí nos espera. La evolución de la protagonista es evidente, y personajes como Giulio y Catalina me han conquistado, en cambio, a Lucas no lo he visto tan claro... 

Un libro que habla del amor, del familiar, romántico, y del más importante, el propio. de sueños que se pierden..., y nuevos comienzos, quizás más modestos, pero que pueden hacerte mucho más feliz.